AMALTEA - Eddie Munson | [1ra 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏]

XIII. La reina de mi corazón ❤️

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Eddie

Despierto a la madrugada, es muy temprano para levantarme, aún no sale el sol, Gill sigue dormida, se dio la vuelta al sentir mi movimiento dándome la espalda y accidentalmente su trasero choco con mi imprudente erección matutina, me avergoncé un poco, menos mal sigue dormida, se escucha su respiración lenta, me levanté al baño y espero a que mi asunto se calme para poder orinar tranquilo sin causar desastres.

Moje mi rostro, empiezo a pensar en lo que pasó antes de dormir, no me cabe en la cabeza lo insegura que se siente, si ella pudiera verse como la veo, para mi es hermosa, más hermosa que cualquier mujer que haya conocido y no solo es hermosa por fuera sino en general, como peina su cabello, lo cuidadosa que es al escribir y como muerde su labio inferior cuando se concentra, lo amable e inocente, su sentido del humor y lo curiosa que es, el sonido de su voz, los hoyuelos que se le forman en las mejillas al reírse y me parece adorable como se le marca más el de la mejilla izquierda que el de la derecha, sus ojos y la forma como me mira, sus manos cuando las descansa en mi pecho y sus labios suaves que amo besar.

Pensar en eso no me ayuda a que mi entrepierna se calme, tomé aire y volví a mojar mi cara, creo que toda la vida le han metido ideas en la cabeza sobre cómo debe ser o verse, solo falta que la acepten en la universidad, solo debemos esperar un poco más.

Regreso a la habitación, entra un poco más de luz por la ventana, Gill sigue dormida, me atrevo a verla un momento, se ve tranquila, me siento privilegiado de que se sienta segura a mi lado, su cabello esta desordenado sobre la almohada, tiene una mano acunando su mejilla contra la cama y la otra sostiene la sabana a la altura de su cintura, la tira de su pijama se desacomodo un poco de su hombro y su pecho quedo un poco descubierto, puedo ver como se forma una pequeña línea en medio, creo que necesito mojar mi rostro de nuevo.

Me acuesto en mi lugar, acomodo la tira de su pijama, tomo las sabanas y la arropo hasta sus hombros para después abrazarla rodeando su cintura por la espalda por encima de las sabanas, suelta un pequeño quejido, respira hondo y sigue durmiendo, estoy totalmente enamorado de ella, no tengo duda de ello.

Salgo con Marc para ir a la textilería a firmar los contratos, las chicas aún no se levantan, les dijimos que bajaran a desayunar al restaurante del hotel, trataremos de volver para almorzar con ellas, preferimos que no vayan muy lejos del hotel, ellas no conocen la ciudad, aquí algunas personas en la calle no suelen tener buenas intenciones y más si las ven solas.

Todo salió bien, firmamos los contratos, es un buen negocio, tuvimos que revisar muchas cosas. Ya casi son las 2 de la tarde, vamos en el auto de regreso al hotel.

—¿Qué tal dormiste con mi futura esposa? —soltando una carcajada, me reí también, si no supiera que esta perdidamente enamorado de Jazmine no me causaría gracia.

—Bien, estábamos cansados del viaje así que dormimos profundo, nos abrazamos nada más —sonreí, era obvio que no pasaría nada más.

—Y... ¿siguió nerviosa por dormir en la misma cama contigo? —pregunta por lo que sucedió en la recepción del hotel.

—Si pues le costó un poco, pero entendió que no debe asustarse conmigo, amigo, sabes que no le haría daño —bajo la mirada a mis manos.

—Lo sé Munson, todo es culpa de su padre, ella nunca había salido de casa y no ha tenido amigos, la única que es más o menos cercana es mi hermana y fue porque estudiaron juntas, para ella todo esto contigo es nuevo, por eso se me hace aterrador que nuestros padres insistan tanto en que nos casemos, le llevo casi 10 años, siento como si me estuviera aprovechando de ella, menos mal ella es inteligente y me propuso todo este plan —sonríe, la aprecia y me alegra que nunca ha querido hacerle daño.