XVII. No despertaste solo ❤️

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Bajé mis manos por sus caderas, acaricio por encima de la bata, Gill no deja de besarme, mis manos llegan a la parte de atrás de sus rodillas.

—¿Segura amor? —pregunto antes de continuar, quiero que me lo confirme, todo será de la forma que ella quiera, necesito controlar mis deseos de arrancarle lo que trae encima y hacerla mía.

—Si Eddie, enséñame hazme sentir lo mismo de anoche por favor —pero si ella sigue hablándome de esa forma es muy difícil controlar mis deseos, abrí sus piernas y la empuje para que se sentara sobre mí, sus piernas están flexionadas a cada lado de mis caderas, se abraza a mi cuello, sigue besándome ya no lo hace tímida, juega con su lengua dentro de mi boca, acaricio su espalda, lo hago sin miedo, ella no me tiene miedo.

—Te amo Eddie —susurra en mis labios, sus dedos están enredados en mi cabello, bajo mis manos a sus caderas y la aprieto contra mí, soltamos un pequeño gemido por el contacto de nuestras partes, ya me estoy poniendo duro y sé que ella lo siente a través de mi pijama, está completamente desnuda.

—Te amo preciosa —digo separándome lo suficiente para mirarla, su instinto le hace mover sus caderas, se roza sobre mi pantalón, lo hace nerviosa, me mira a los ojos con duda, sé que intenta complacerme y hacerlo bien, le ayudo a moverse agarrándola de las caderas, mi mano derecha va a su trasero no puedo evitar el capricho de apretarlo un poco, ella se sobresalta pero empieza a reír divertida, me hace saber que le gusta, sigue moviéndose despacio, acaricia mi cara y mi cuello con sus delicadas manos, no dejo de ver como suelta el aire de sus labios entre abiertos y como salen pequeños sonidos cada vez que se aprieta contra mí.

—¿Esta bien así? —pregunta, se ve excitada y me doy cuenta que el demonio empieza a salir, la tomo del cuello, ella tiene el ritmo.

—Es perfecto amor —me da una sonrisa y se lanza a mis labios nuevamente, lo hace con fuerza y siento el calor entre nosotros, busco el nudo de su bata y lo desato para abrirla, sin separar nuestros labios dirijo mis manos a sus pechos, amo como cada uno queda perfecto en mis manos, siento sus pezones duros en mis palmas los acaricio con cuidado y suelta gemiditos de su boca, ¡mierda! este es el puto cielo.

Me levanto con ella y doy la vuelta para sentarla en la cama, ella me rodea con sus piernas hasta que su trasero toca la orilla, me arrodillo ante ella en el piso y termino de quitar su bata, la miro a los ojos buscando su aprobación y ella me ayuda hacerlo, a pesar de que esta excitada y decidida aun le avergüenza su desnudez, cubre sus pechos con su ante brazo.

—Creo que moje tu pijama —dice apenada, miro mi entrepierna y me rio divertido, es tierno que este preocupada, como si fuera una travesura, la tomo de las mejillas y le doy un besito.

—No te preocupes está bien —le sonrió —¿quieres que apague la luz y meternos debajo de las sabanas? —trato de que sea un ambiente seguro para ella asiente varias veces, me levanto a apagar la luz mientras se mete a la cama, dejo solo la lámpara igual que anoche.

Regreso a la cama y quito mi ropa, solo dejo mi ropa interior, me acuesto a su lado y ella me recibe en sus brazos con un beso, estamos de costado viéndonos frente a frente, nos seguimos besando, ella toca mi pecho, mis costillas, mi abdomen y mi espalda, con la otra mano acaricia mi mejilla está estudiando mi cuerpo yo hago lo mismo, disfruto su piel blanca que casi brilla, puedo ver cada lunar y sus venas, algunas manchas rojas que se le formaron cuando bese su pecho, disfruto de sus caricias, y su olor, amo su olor, estoy aprendiendo sus reacciones, como se eriza su piel cuando beso su cuello o cuando paso mi mano por sus piernas, los sonidos que hace cuando la aprieto a mi cuerpo, paso mis manos por sus muslos subiendo hasta sus nalgas y luego a su cadera.

AMALTEA - Eddie Munson |  [1ra 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora