XVI. Te llevaré a las estrellas

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Eddie

Entré al baño por una toalla, empiezo a sentir un poco de vergüenza por lo que ha pasado, pero me siento orgulloso de poder hacer que Gill sienta todas esas cosas conmigo, me controlé lo más que pude, lo que menos quiero es hacerle daño, antes de salir lavo mis manos y quito mi bóxer y me pongo una bata de baño, tomo la otra bata y una toalla para ir a la habitación, Gill está en la cama sentada y está tratando de cubrirse un poco con el edredón, ya se dio cuenta del desastre de las sabanas.

—Espera amor, voy a limpiarte —me mira con vergüenza, ya se bajó su adrenalina y ahora viene la culpa —no te preocupes, está bien —le doy un beso en los labios y empiezo a limpiar el interior de sus piernas, se notan sus nervios, le sonrío quiero que confíe en mi —tranquila, amor, se lo que estas sintiendo en este momento, estas avergonzada, yo también lo estoy —me rio porque es verdad, lo que menos quería era venirme sin siquiera hacer algo mas que tocarla, no iba hacerlo, quería que experimente estas sensaciones, que sepa que es divertido y que no está mal disfrutarlo.

—Lo siento amor tengo muchas preguntas —sus ojos brillan y me regala una pequeña risa tímida, se ve tan adorable, termino de limpiarla y la rodeo en un abrazo que me corresponde.

—¿Qué tal si nos metemos a la bañera y me preguntas lo que quieras? —propongo y le entrego la bata de baño, asiente varias veces antes de levantarse de la cama.

—¿Qué haremos con las sabanas? —su pregunta es lo más tierno que he visto en esta vida.

—No te preocupes, más tarde los de la limpieza del hotel las recogerán y nos pondrán unas limpias —le doy un besito en la frente y luego la tomo de la mano.

Ella pide llenar la bañera, quiere mostrarme que aprendió cuando le explique, dejo que ella haga lo que quiera.

Mientras se llena la bañera, Gill está frente al espejo peinando su cabello para recogerlo en una cola, estoy en el borde de la bañera sentado, estamos en silencio, pero no es incómodo, la observo y no puedo creer lo que pasó, me siento afortunado de haberla tenido entre mis brazos, de besarla y tocarla, ella para mi es sagrada, no quiero faltarle al respeto ni hacerle daño, pero mierda... no puedo evitar mis pensamientos lujuriosos, se ve tierna la mayoría del tiempo pero ahora que vi su rostro retorcerse de placer, como apretaba mis hombros y mordía sus labios, como movía sus caderas debajo de mi cuerpo, escucharla gemir mi nombre, el deseo con el que me veía, hace un momento no era ese ángel tierno que inspecciona las formas de las hojas, hace un momento fue un demonio haciéndome dudar de mis limites, pero siento que la quiero y puedo jurar que lo que acabamos de hacer fue lo más erótico que he vivido, ni siquiera todas las veces que tuve sexo con Rachel fue de esta forma, tan intensa.

—¿Ya está lista amor? —Gill me saca de mis pensamientos y me apresuro a cerrar las llaves, ella tiene una sonrisa enorme, es ese ángel del que me enamoré.

—Ven preciosa relajémonos —le ayudo a quitarse la bata de baño, ella pone su brazo sobre sus pechos cubriéndolos, me rio porque hace un momento ella apretaba mi cabeza para que no dejara de besarlos, no le digo nada aún es muy vulnerable, la ayudo a entrar, se sienta y se abraza a si misma las rodillas, empiezo a quitar mi bata, estoy completamente desnudo, noto como me ve y se sonroja, trata de alejar su mirada de mi pero sus ojos la traicionan, me cubro con mi mano la entrepierna mientras entro al agua, no me avergüenza que me vea solo no quiero incomodarla todo esto es nuevo para ella, hago lo mismo y abrazo mis rodillas quedando frente a frente.

Gill esconde su cara entre sus brazos y sus rodillas, solo se ven sus ojos, me miran cautelosos, se nota que tiene un montón de cosas por decir, pero no sabe por dónde empezar, lo sé porque la mayoría del tiempo ella habla y habla mucho, amo escucharla, su voz es mi sonido favorito ahora, estiro mi mano invitándola a acercarse.

AMALTEA - Eddie Munson |  [1ra 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora