AMALTEA - Eddie Munson | [1ra 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏]

XIX. De vuelta al infierno

Eddie

El regreso a Amaltea parece ser un viaje más largo, ninguno tiene deseos de volver, pero es una realidad que tenemos que enfrentar, conduje la mayoría del camino, estoy cansado, no dormimos mucho, Gill está en el asiento del lado, dormida, Jazmine en los de atrás junto a Marc también duerme, él está en silencio viendo por la ventana, creo que él también está luchando con las decisiones que tomará pronto, a diferencia del viaje de ida a Himalia este está lleno de melancolía y nostalgia, jamás pensé que mi vida cambiaría de esta forma, Gill es la mejor decisión de mi vida y no importa que pase, le prometí estar con ella y quiero estar con ella.

Dejamos a Jazmine cerca a su casa, aquí todo cambia, es como bajar de las nubes, tenemos que evitar que nos vean juntos, los chismes viajan más rápido que la luz, decidimos que Marc llevará a Gill a casa, así que es una despedida amarga, detrás de la puerta de la casa de mi padre, en nuestro lugar seguro, la abrazo y la beso, como si pudiera cubrirla de mí, mi mente no procesa separarme de ella ahora, si pudiera sacar mi corazón y dárselo lo haría, llora en mi pecho, es tan dramático que parece que no vamos a vernos más y no es que ella exagere es que yo me siento igual.

—Te amo nos veremos pronto, te prometo que ya no vamos a escondernos —le aseguro con nuestras frentes unidas limpiando nuestras lágrimas, porque en este punto ya no puedo evitar que salgan, ella asiente y nos llenamos de valor para salir.

Veo el auto alejarse, deseo que tengamos la fuerza suficiente para sobrevivir los próximos días que se ven grises y hablo por los cuatro que regresamos con muchas ilusiones guardadas.

Han pasado cuatro días, no hemos podido vernos, Marc viene a traerme noticias, por la cara que trae parece que las cosas no están bien, esta vez no viene solo a ver a Jazmine, lo invito a un lugar privado para que me cuente todos los detalles.

—Bueno dijimos la mentira como lo acordamos, los anillos, los zapatos y todo lo que planeábamos comprar en la ciudad lo "envían luego", Quinn esta insistente en que debemos casarnos rápido quiere hacer esos contratos familiares de los que tanto habla, mi padre me tiene harto, estoy tratando de saber si tiene otros planes en caso de que James no le cumpla el trato, pero el siempre hace sus artimañas escondido —habla desesperado y todo empieza a hacerse un poco más complicado de lo que creemos.

—¿Cómo esta ella? —pregunto y parece que no me importa lo que acaba de decir, pero es que me estoy muriendo —si te escuché, solo que no se nada de ella no la he visto —aclaro.

—Lo sé, amigo, esta triste, esta igual que tú, te extraña y no cree viable que tu hables con su padre, prefiere escapar contigo —explica, tendremos que pensar mejor las cosas.

26 de enero 1933

Mi padre recibió el correo de la respuesta para la beca de Giselle, avise a Marc para que la saque de su casa y ella pueda abrirla, no tengo idea que mentira se inventaron, pero están ya en casa sentados en la mesa los cinco.

Gill está nerviosa, sus manos tiemblan abriendo el sobre, sus ojos están llenos de ilusión y sonríe inmensamente, desdobla la carta y empieza a leer, a medida que recorre los reglones su sonrisa desaparece, empieza a parpadear lento, es su táctica para evitar que las lágrimas salgan, puedo intuir lo que dice la carta, todos en frente de ella lo notamos, no somos capaces de decir nada, sabemos las ilusiones de ella al respecto, me acerco y pongo mi mano en su antebrazo en señal de apoyo, pero ella está en shock, veo sus pupilas moverse sobre el papel, comprobando si es real lo que está viendo.

Suelta un suspiro largo y me mira, me rompe el corazón la carita que tiene ahora, mi padre le indica a Jaz y a Marc que nos den espacio.

—¿Vas a leerla? —pregunta en un hilo de voz, en este punto ya varias lagrimas escaparon de sus ojos.