XIV. Me gustaría ser más valiente

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Despierto no sé qué horas son, ya entra luz por la ventana, Eddie duerme profundo, sus pestañas son largas me atrevo a tocarlas con mi dedo y quito el rizo que siempre se cae en su frente, me acomodo mejor en sus brazos mi oído queda en su pecho, me concentro en los latidos de su corazón y cierro mis ojos, no duermo solo estoy disfrutando sentirlo, da un beso en mi frente pero no separa sus labios ahí.

—Buenos días preciosa —lo dice sin despegar sus labios de mi frente, sonrío y me acurruco más en sus brazos y él me aprieta un poco más.

—Hola mi amor, eres muy suavecito —no me separo de él y suelta una risa.

—Te lo dije. ¿Cómo amaneciste de tu cabecita? —pregunta.

—Me duele un poco, ayer pasaron muchas cosas —me rio —pero ahora tengo hambre.

—Si amor también tengo hambre, ¿te parece si nos duchamos y bajamos a buscar algo? —asiento, me estiro y me levanto, busco la ropa para ponerme, Eddie se queda en la cama y me observa.

—¿Pasa algo Eddie? —pregunto curiosa y lo volteo a ver, tiene una almohada abrazada a su cintura y me sonríe.

—Nada, te vez hermosa recién levantada —sonreí de vuelta.

Lavo mis dientes, quito mi ropa y recojo mi cabello, no lo quiero mojar, veo la bañera no sé cómo llenarla de agua caliente quiero estar un rato entre el agua antes de ir a desayunar, me envuelvo en la toalla y salgo a la habitación, Eddie está viendo por la ventana.

—Eddie... vienes un momento —el voltea de inmediato y se acerca sin antes observarme.

—Dime preciosa ¿tienes algún problema? —pregunta tomando mis mejillas.

—No, solo que quiero usar la bañera, pero no sé cómo llenarla —digo apenada, sosteniendo mi toalla para que no se caiga, sonríe y me da un besito en los labios y luego otro en la mejilla.

—Ven —entramos al baño tomados de la mano —tienes que poner esto aquí para sellar la reja y no se vaya el agua, abres las dos llaves, primero esta y luego la otra y listo solo esperas que se llene —me explica, presto atención mientras lo hace, se queda sentado al borde, sus ojos lo traicionan y me mira de arriba a abajo, sé lo que está pensando, es obvio que estoy desnuda y la toalla es lo único que impide verme, la bañera se empieza a llenar.

—Gracias amor —agradezco y me acerco quedando entre sus piernas para darle un beso en sus labios, con una mano sostengo la toalla y con la otra tomo su mejilla, el cierra sus ojos ante el contacto y respira profundo, me abraza por la cintura con ambas manos atrayéndome a su cuerpo, su rostro queda a la altura de mi pecho, tiene la cara levantada aun con los ojos cerrados posa su mentón justo en el borde de la toalla antes de tener contacto con la piel de mi pecho.

—Voy a dejarte sola para que te puedas bañar y relajar ¿ok? —no abre sus ojos, no quiere verme y no sé bien por qué.

—¿Por qué no me miras? —pregunto riéndome, estoy jugando con él, creo saber porque no abre sus ojos, pero quiero que me lo diga, suelta una risita con los labios cerrados.

—Porque si te veo un poco más, voy a querer besarte y no creo que me pueda detener y debes ducharte y luego lo haré yo para bajar a desayunar —aun no los abre y tampoco deja de sonreír, hago lo mismo y acaricio su cara.

—Me gustaría ser más valiente para pedirte que te metas a la bañera conmigo —confieso con un poco de vergüenza, el abre sus ojos sorprendidos, en su mirada leo que entiende todo.

—Tranquila preciosa, las cosas pasarán cuando te sientas lista, prometo que nos bañaremos juntos alguna vez —es tierno como me mira y sonríe, me separa con cuidado para levantarse, cerro las llaves del agua —relájate, mi amor, te espero afuera.

AMALTEA - Eddie Munson |  [1ra 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora