X. No soy como ellas

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Gill

Nos besamos, ni siquiera sé cómo lo estoy haciendo me siento feliz en sus brazos, me toma por la cintura y del cuello atrayéndome aún más hacia él, lo hace suave, despacio, inclina un poco su cabeza y su boca se abre un poco más, la sensación de humedad se empieza a sentir cada vez más y no es desagradable, sentir sus labios suaves húmedos sobre los míos es algo que jamás pude imaginarme, en un momento abrió su boca y paso su lengua por mis labios, suave y un poco lento, me quede quieta por la sorpresa.

–¿Esta bien eso? – pregunta en voz baja si separarse de mis labios, su voz se escucha distinta, profunda, y siento cosquillas que recorren mi espalda.

—Si, hazlo otra vez —le respondo en voz baja y siento su sonrisa sobre mis labios, vuelve a pasar su lengua por mi labio inferior, seguido lo atrapa entre sus labios, da una pequeña succión muy suave que me gusta, se separa y lentamente abro mis ojos el me ve directamente, sus pupilas están dilatadas y nuestras respiraciones agitadas.

—Quiero hacer esto toda mi vida, Gill —dice reglándome su hermosa sonrisa, los nervios me invaden y me sonrojo, no sé si lo hice bien o mal, llevo mi cara a su pecho y me da un ataque de risa, me abraza sobre mis hombros pone su mentón en mi cabeza yo cruzo mis brazos por su cintura y el también empieza a reír.

—-¿Te sientes bien con lo que pasó? —aun me sostiene en su abrazo, empieza a acariciar mi espalda de arriba abajo.

—Me siento muy bien, Eddie —me separo para mirarlo —de todas las posibilidades nunca me imagine esta —subí mi mano a sus labios y me atrevo a tocarlos de nuevo —tus labios son suaves —sonríe.

—Tú y tus labios son perfectos —me da un par de besos cortos mientras sonríe y suspiro sin creer lo que estoy sintiendo —todo lo que te dije es cierto, no solo me gustas, también te quiero —dice serio, el calor sube por mi cuerpo y quiero quitarme el saco que llevo  —no tuve la oportunidad de decírtelo esta noche, pero hoy te ves muy hermosa, este vestido te queda precioso —me observa de arriba abajo mientras lo dice, la manera en que me ve no me hace sentir incomoda, no como lo hace el Sr. Bennett.

—Pero no lo has visto bien —estoy sonriendo y me levanto quedando de pie frente a él mientras quito mi saco, el me ve atento, el vestido beige tiene un escote tanto en la espalda como en el pecho no muy pronunciado, tiene tiras, se ve la piel de mis hombros y mis brazos, más de la que acostumbro a mostrar, la falda llega a las rodillas todo el vestido se ajusta a mi cuerpo, me siento bien en él y a Eddie le brillan los ojos, es una mirada que nunca he visto, pero se siente bien, con él todo se siente bien.

—Te ves hermosa... eres hermosa —Eddie toma mi mano para que me siente de nuevo.

—La corbata azul te queda muy bien —la tomo en mi mano, aún tiene el saco de su traje, seguí tocando la solapa bajando hasta donde está el botón, sigue mis movimientos.

—¿Puedo? —pregunto si puedo desabrochar el botón, el asiente.

—¿Puedes quitarlo? —me ve un poco extrañado –solo quiero que me abraces sin el —explico, el vuelve a asentir y lo quita, toma mi mano y me acerca a su cuerpo, ahora sus manos rodearon mi espalda y suben hasta detrás de mis hombros, acariciando la piel expuesta que está allí, metí mi cara entre su cuello y mentón, capturo su aroma, podría morir aquí y estaría feliz.

Es la primera vez que el acaricia una piel que no sean mis manos o mi cara, parece disfrutarlo, me separé un poco y sus manos ahora van a mi hombro y otra en mi rodilla.

—Eres una mujer hermosa —me recorre con su mirada de nuevo y me doy cuenta de que se detuvo en mi pecho y luego en mis labios y por último en mis ojos.

AMALTEA - Eddie Munson |  [1ra 𝑬𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora