Paró antes de entrar. Había más gente que otros días y muy bien vestidos. Se sintió fuera de lugar. No debía estar allí. Además parecía peligroso. Dio un paso atrás, dispuesto a marcharse sin que le vieran muchas más personas, pero entonces escuchó una voz conocida a su espalda.
—Has venido, Saeyoung. ¿No entras?
Se giró hacia la chica rubia de sonrisa reluciente. Ella tampoco iba tan bien vestida como el resto, pero en su caso no parecía fuera de lugar.
—No puedo —respondió en un tono más bien bajo— Hay mucha gente.
—Ah —dijo, como si acabara de entender la situación, antes de acercarse al niño y ponerle una mano en el hombro— No te preocupes. Es solo un bautizo. Todavía no has visto ninguno, ¿verdad? Vamos juntos.
Y antes de que pudiera huir le arrastró con ella al interior. Se sentaron en uno de los últimos bancos, vacío. Saeyoung apenas pudo concentrarse en la misa, pendiente de mirar alrededor, por eso descubrió a una niña llorando varios sitios por delante.
—No llores —le decía la mujer que parecía ser su madre.
—Pero es que no encuentro mi nintendo...
—Ya buscarás la maquinita cuando termine el bautizo, de todas formas no puedes jugar ahora.
—Pero...
El chico buscó con la mirada. Sabía que era una consola, aunque nunca había tenido ninguna entre las manos. Y la encontró más rápido de lo esperaba, también más cerca de él de lo que esperaba. En cuanto tuvieron que ponerse en pie, Saeyoung aprovechó y caminó agachado hasta el banco del otro lado del pasillo, donde se encontraba la consola a sus pies. Después volvió a su sitio vigilado por Rika. La dejó en el banco, a su lado, y se puso a rezar como el resto.
Cuando la misa terminó, fue el primero en salir de la iglesia y esconderse en un arbusto cercano. Rika le despidió pensando que regresaría a su casa, pero se quedó observando a toda la gente que iba saliendo poco a poco. Hasta que vio a la chica. Su idea era dejarla donde pudiera verla, pero al descubrir su cara triste casi sin pensar salió de su escondite hacia ella.
—¿Es tuya? —le preguntó.
La niña se giró algo sorprendida hacia él, pero el cruce de miradas apenas duró un segundo hasta que se dio cuenta de lo que le tendía.
—¡Mi nintendo! —gritó demasiado feliz, se le escaparon unas lágrimas más al cogerla.
La miró bien, no tenía más rasguños, y la encendió, comprobando que funcionaba. Saeyoung se quedó mirándola con mucha curiosidad, olvidándose de marcharse.
—¿La has encontrado tú? Muchas gracias por devolvérmela.
Volvió a la realidad en cuanto escuchó la voz de la niña. Al mirarla la encontró sonriendo, feliz. Le gustó verla así después de lo mal que lo había pasado en la misa.
—Sí.
—¿Tú también tienes una? —preguntó muy animada— Podemos conectarlas para jugar al Mario kart. Seguramente vaya a estar aquí un buen rato.
—No tengo —respondió algo triste.
—¿No tienes? Qué raro, todos los niños de mi edad la tienen. Ah, tus padres no tienen dinero para comprarla. Lo siento, no debería haber dicho eso.
Saeyoung negó rápidamente con la cabeza. Supuso que aquella chica debía tener un año menos que él, once.
—No pasa nada.
Pero en realidad sí pasaba, hacía años que soñaba con tener una consola de videojuegos, le llamaban mucho la atención. Y su mirada debió delatarle.
ESTÁS LEYENDO
Mis One-shots de Mystic Messenger
FanfictionHistorias cortas, algunas sin relación, basadas en el futuro de la ruta de Seven. Contiene spoilers de la ruta de Seven, su After ending y los 2 Finales secretos, también de la ruta de Ray y su After ending, y algunos de todo el juego en general. Pa...