Ausencia

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La sala estaba en un silencio absoluto, los pocos presentes no se atrevían a moverse ni mucho menos a hablar, por eso fueron capaces de escuchar unos suaves pasos entrar. Se giraron para verla llegar. MC caminaba hasta el centro solo porque sus piernas se movían por sí solas. Sus ojos estaban vacíos y su mente parecía estar en un lugar muy lejos de allí. Zen alzó la mano hacia ella con cuidado, pero Jaehee puso una mano en su brazo en señal de que no lo hiciera. Jumin temió que cayera al suelo en cualquier momento, se veía realmente frágil. Yoosung apenas podía verla mientras lloraba en silencio en el suelo. Saeran, a su lado, tenía la misma mirada vacía.

MC llegó hasta el final y levantó la cabeza lo justo. Saeyoung le devolvió la mirada tras el cristal del marco de fotos. En ese momento pareció despertar al fin y ser consciente de la realidad. Cayó al suelo gritando y lloró con fuerza.

***

La cama olía a él. Las sábanas, la almohada, el colchón, todavía tenían su rastro. Pese a que le dolía el cuerpo y el hambre le molestaba, era incapaz de dejar de dar vueltas en la cama, impregnándose de lo poco que le quedaba de él. No tenía fuerzas para nada más. Había sido algo muy repentino, que nunca se habría esperado. Si tan solo hubiera ido en su lugar... Si hubiera podido despedirse o estar ahí cuando él... Ahora tan solo le quedaban los recuerdos que volvían a su mente cada vez que miraba una parte de la habitación, cada vez que le olía a él. Sintió de nuevo que sin Saeyoung nada tenía sentido.

***

Sintió de nuevo que sin su hermano nada tenía sentido. Se había encerrado en su habitación, la cual había revuelto, para intentar escapar de la dura realidad. No tenía que acabar así. Se suponía que vivirían juntos en aquella casa. Había vuelto a romper su promesa y esta vez era para siempre. No le perdonaría. No lo haría nunca por haberse ido así dejándole solo. Si uno tendría que morir hubiera preferido que fuera él, Saeyoung era el que tenía que sobrevivir, no él. Le odiaba por ello, pero a la vez le echaba demasiado de menos. Se arrepentía de no haber sido sincero con él, de no decirle realmente cuánto lo quería y agradecerle por todo lo que había hecho por él.

***

Yoosung miró el móvil mientras se limpiaba las lágrimas ya secas. Hacía días desde el funeral, pero todavía no había dejado de llorar por la muerte de su amigo. Otra vez tenía que pasar por aquello, aunque en esta ocasión estaba seguro de que era verdad. Intentaba hacer su vida normal, pero las lágrimas regresaban sin avisar a lo largo del día. No solo estaba sufriendo por él, que ya tenía bastante, sino por Saeran y MC. Ella no le había cogido el teléfono desde que la habían dejado en su casa días atrás, al parecer lo tenía apagado. Saeran lo tenía encendido, pero cada vez que intentaba llamarle le colgaba al segundo. Ellos dos estaban solos en casa y Yoosung presentía que no se estaban cuidando. Tenía que ir allí, pero no podía.

***

MC ni siquiera se molestó en mirarse al espejo cuando salió del baño, sabía que debía de tener un aspecto horrible, pero no le importaba. Se golpeó el meñique del pie con el marco de la puerta y cayó al suelo, demasiado débil como para impedirlo. El dolor le trajo por un momento a la realidad mientras se agarraba el pie. El reflejo de algo plateado en el suelo captó su atención y estiró el brazo para agarrarlo.

***

Saeran vio el nombre en la pantalla de su móvil por enésima vez en el día. Yoosung no parecía cansarse de llamar. Lo tomó para colgarle pero se le resbaló de la mano. Cuando lo recuperó escuchó su voz.

—¿Saeran? ¿Saeran? ¡Al fin me lo has cogido! ¿Estás bien? ¿Saeran?— era fácil adivinar por su voz que él también había estado llorando.

—Yoo... sung...— comenzó a llorar de nuevo antes siquiera de terminar de decir su nombre.

Mis One-shots de Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora