Mis One-shots de Mystic Messenger

Amores del pasado

—¿Qué deberíamos cenar esta noche? —preguntó MC mirando la hora en su teléfono.

Todavía les quedaba tiempo de sobra por si necesitaban comprar algo en un supermercado.

—¿Hamburguesa? —pregunto Saeyoung— Pero de las que hacéis Saeran y tú.

MC paró para mirarle. El centro de la ciudad estaba más concurrido que de costumbre, y no solo por ser sábado por la tarde. El fresco ya empezaba a notarse un poco.

—Pero nos ayudas a hacerlas.

—Os ayudo.

—Sin quemar nada.

—Eso ya no puedo asegurarlo. Pero sí es cierto que la última vez no quemé nada.

—Porque es imposible quemar la cocina preparando ensalada —rio.

Saeyoung también se rio. En realidad solo había quemado la comida una vez y fue porque se había olvidado de bajar el fuego una vez caliente. Abrió la boca para proponerla hacer hamburguesas con pan a modo de orejas de gato, pero otra voz le interrumpió.

—¿Luciel? ¿Luciel Choi?

Los dos se giraron rápidamente. MC porque una voz desconocida acababa de llamar a su marido por su nombre de bautizo. Saeyoung porque hacía años que había escuchado esa voz por última vez.

—Aiden...

El chico, que estaba con una pequeña sonrisa, abrió los ojos, todavía más sorprendido.

—¿Le conoces? —preguntó MC, tensa.

—Es... Un amigo que tuve en la universidad.

MC se relajó al escucharle. No era nadie peligroso o del que se tuviera que esconder. O eso fue lo que pensó en un primer momento, porque después se dio cuenta de que ambos estaban algo cortados. Siendo viejos amigos encontrándose años después debían estar más animados y relajados.

—Entiendo —habló MC— Por eso te ha llamado así.

—¿Así? — el chico torció la cabeza, confuso.

Saeyoung pareció tomar aire antes de hablar.

—Aiden. Ella es... Ella es MC. Mi mujer.

Al chico se le borró la sonrisa al mirar la mano que ella le tendía, la alianza lucía en su dedo.

***

Por suerte no había demasiada gente en la cafetería, por lo que pudieron encontrar una buena mesa donde sentarse y poco ruido para hablar. La pareja había estado en varias ocasiones allí, en verano tenían helados caseros de muchos sabores. Ahora tan solo servían bebidas calientes.

—Saeyoung —repitió Aiden.

—Sí. Ahora prefiero utilizar mi nombre real. Perdona que nunca te lo dijera, pero no podía.

Aiden sonrió sentado frente a él.

—No te preocupes. No preguntaré.

MC, al lado de Saeyoung, todavía notaba la extraña tensión que había entre los dos chicos. Aiden, pese a su nombre y hablar con algo de acento, parecía coreano. Tenía el pelo liso y negro casi tapándole los ojos rasgados y llevaba un jersey y unos pantalones en tonos pastel.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó después de un breve silencio.

—La empresa para la que trabajo tiene sede en Seúl y pedí el traslado para venir a vivir aquí hace unas semanas —su risa sonó algo incómoda para MC— Se me hace raro tener que acostumbrarme a la cultura del país donde nací.