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Capítulo 8- Boom, boom, ciao.

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Las velas de la habitación argentina iluminaban aquella feliz y apasionada escena.

Ambos se besaban disfrutando de aquel sabor que se dejaban en la boca del otro.

Palermo- ¿De verdad quieres hacerlo?

Sienna- Que si, Martín.-rió.

El latino comenzó a besarle el cuello, haciéndole varias marcas que tardarían más de una semana en desaparecer.

Fue bajando hacia sus pechos, y mientras metía la boca en uno de ellos, acariciaba el contrario.

Sienna- Dios...

Él sonrió, sabiendo el placer que le ocasionaba a la joven.

Y así siguió bajando, esta vez hacia su abdomen.

Pasó su lengua por allí, provocando escalofríos en la piel bronceada de la chica.

Le miró pidiéndole permiso, y tras un leve asentimiento por parte de ella, bajó lentamente su ropa interior.

Sienna- Dios Martín..-gimió cuando sintió la lengua del argentino en su intimidad.

Puso su mano en la nuca del argentino, dejándole ninguna posibilidad de alejarse de aquel lugar.

Pero él lo hizo, subiendo de nuevo a sus labios.

Sienna- Mi turno..

Y sin más, descendió hasta estar frente al miembro de aquel hombre al que tanto admiraba.

Lo metió todo en su boca, envolviéndolo con su lengua.

Sus movimientos eran maravillosos según la vista del argentino.

Palermo- Voy a llegar boluda.

Sienna- Aquí te espero.-sonrió antes de volver a adentrarse en su cavidad bucal.

Hizo más fuerza con sus labios, tratando de hacerle llegar pronto para aumentar más placer en ambos.

Tan sólo duró unos minutos más, derramando todo su líquido en ella.

Palermo- ¿Preparada?-preguntó situándose encima de la joven.

Sienna- Métemela ya.

Palermo- Demasiado impaciente...

Sienna- Pues te jodes.

Invirtió las posiciones, quedando ella encima.

Sin esperar ni un segundo más, adentró el miembro del argentino en su cavidad vaginal, dejándose llevar por la gran cantidad de placer que sintió.

Palermo- La concha de tu madre..-gimió cuando ella consiguió meterla entera.

La castaña se dirigió a los labios del latino, que le abrazaron como nunca antes habían conseguido hacer.

Sus grandes y finas manos, a las que había visto dibujar, calcular y sobre todo hacer avioncitos, agarró sus abultados pechos, en un intento de crear aún más placer a la joven, consiguiéndolo en el acto.

El de nacionalidad argentina volvió a girar en la cama, quedando él esta vez en la posición inicial.

Él arriba de ella, tratando de profundizar las embestidas.

Sienna- Más...más, Martín, dios...

En ese momento, el argentino volvió a correrse en el interior de la joven.

Sienna, nuestra historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora