VI. Fascinación parte I

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Afortunadamente, el estado de ánimo complicado de Lan WangJi aminoró. Dejando atrás el deje de melancolía que le empapó como una llovizna fría.

De cualquier manera, Lan Zhan no habló del asunto. Ni mencionó aspecto relevante de su vida.

Huaisang se mostró igual de reacio a contar nada, pese a conocer a la familia Lan desde que era un mocoso. Así pasó largos periodos de tiempo tratando de desenmarañar los misterios que flotaron alrededor de Lan WangJi.

Entendió que, aún si resultaba imposible establecer una relación o tener alguna cita, se convirtió en una persona valiosa que ansío preservar como una amiga.

Sin embargo, no estaba segura de la opinión de Lan WangJi, por lo que comenzó a angustiarse ante la idea de que esta le odiara.

Wei WuXian salió del hilo de pensamiento cuando las luces del tren advirtieron la llegada a la estación, por lo cual se deslizó entre el gentío y se abrió paso hacía la calle principal.

Comenzó a sopesar la opción de comprar un auto frente a la congestión de las horas concurridas en el tren, pero abandonó la idea al ser consciente que el tren resultó un medio más económico. Además, sus ingresos se manejaron con cuidado en orden de ahorrar lo suficiente para el enganche de un departamento y la paga de la matrícula universitaria.

Con un dem-...!" contuvo. Hizo caso omiso a las miradas juiciosas de los transeúntes, y se aferró a su chaqueta para obtener algo de calor. De pronto, escuchó la voz de su padre advirtiendo su falta de abrigo al salir de casa más temprano. Lloró al olvidar hacerse de una sudadera más gruesa.

Sintió un vasoespasmo en el pecho y deseó llorar. Era su día libre, se levantó tarde para la entrega de su documentación en las oficinas de la universidad, y ahora se lamentaba del frío exterior.

A la distancia notó la tenue escarcha caer como lluvia de azúcar, e incapaz de soportar el descenso en la temperatura, corrió al interior de una plaza comercial cercana. Compró un café barato, no tan bueno como el de la tienda, pero lo suficientemente fuerte para aliviar el malestar de Wei Ying. Teniendo un par de horas libres antes de su revisión rutinaria con el médico, vagó por las tiendas en búsqueda de baratijas a comprar o bocadillos.

Entró a una tienda de ropa, que se caracterizó por el fast fashion. Como alguien con un estilo particular, huyó de los colores lindos y vibrantes de los escaparates, y zigzagueó entre los pasillos hasta llegar a la sección de hombres. Bien, ella tenía una relación complicada con dichas divisiones. Ciertamente, no comprendió porque el estilo urbano y los estampados de la sección masculina eran más interesantes. Mientras se probaba una chaqueta de denim oscura, una empleada de la tienda le advirtió sobre las prendas. Al parecer, la mujer, con algunos años encima, no consideró correcto que Wei WuXian estuviera hurgando en la sección de hombres. Una risa pesada y agria se escapó de sus labios ante la situación, lo que enojó aún más a la encargada.

Sin intención de continuar con las tonterías, Wei Ying salió, pero no se resintió con la escena absurda. Por el contrario, siguió riendo y se dobló hasta que le dolieron las costillas.

Recorrió de aquí a allá, y consiguió hacerse con una sudadera de talla grande en uno de los almacenes. Habiendo saciado su necesidad de abrigo, perdió el tiempo en búsqueda de algunas gomas para el cabello.

¡Fue desafortunada!

Wei WuXian compraba gomas para el cabello al menos dos veces al mes. Sin importar que hiciera, estas desaparecían de manera misteriosa. Por mucho que lo disfrutara, no podía servir a los clientes con el cabello cayéndole por el rostro. Así que encontró oportuno hacer una pequeña parada antes de terminar con los bolígrafos de la oficina como palillos para el cabello.

Todo lo bueno en la vida me lleva a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora