II. Decisiones parte II

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"¡Me rindo!", se escuchó dentro de la tienda.

Los clientes y comensales al interior de la cafetería contuvieron el aliento y giraron en búsqueda del origen de la quejumbrosa voz.

Frente a ellos, una mujer alta, esbelta, y de cuerpo bien construido.

Su belleza era salvaje y peligrosa. Los más débiles apartaron la vista enseguida, los más osados se deleitaron con sus formas, y las damas respingaron de envidia.

Wei WuXian estaba demasiado ocupada sintiéndose miserable para tomar importancia al alboroto que provocó. Una buena parte de la clientela, acostumbrados a sus desplantes, ignoraron y regresaron a sus propios asuntos.

Nie Huaisang, al fondo de la barra, abandonó la hojaldre que formaba parte de su bocadillo de media mañana y ayudó a su mejor amiga con su bolso.

"¿Qué demonios tienes ahi, Wei-jie? ¿Las mancuernas del gimnasio?", las rodillas de Huaisang temblaron debido al peso extra. "¿Planeas mudarte a la habitación en la segunda planta? porque de ser así te corresponderá a ti desempolvar los muebles".

Wei Ying soltó una carcajada. Sintió lástima por su mejor amigo y le liberó de la carga. Al hacerlo, Huaisang suspiró de alivio, y se abanicó con fuerza.

"Oh, Nie-xiong, deberías hacer caso a tú hermano y comenzar a ejercitar. No pienso seguir cargando esos costales de café por ti".

Nie Huaisang apenas contuvo la miseria en su expresión, hasta transformarse en evidente ofensa. Caminaron uno al lado del otro hasta la oficina del segundo maestro Nie. Cuando la puerta fue cerrada, Huaisang saltó: "Ahora, Wei-Jie, di ¿qué ocurrió?"

"¡Lo mismo de siempre! Eso ocurrió", Huaisang no se conmovió. Conocía el tono quejumbroso y la falsa voz húmeda con la cual añadió dramatismo a sus relatos.

Wei Ying salió del trench negro y lo colgó sobre la percha. Buscó en su voluminoso bolso, removiendo libros y su caja de almuerzo, hasta que finalmente consiguió algunas ligas para el cabello y jis de madera. "Realmente no lo entiendo, Nie-xiong, ¿soy tan pésimo partido?"

Empujó su maleta al fondo del casillero, para hacer el cambio de uniforme, el cual consistió en una camisa con botones y un delantal de tipo barista. Wei Ying nunca tuvo problema para adaptarse al juego de pantalones negros, quizá el material era diferente, pero su guardarropas nunca destacó por colores ajenos al negro, rojo, gris e incluso verde militar.

"Wei-jie, aún no aprendo a leer mentes, tendrás que decirme. ¡Ayer parecías tan entusiasmada cuando saliste de aquí!"

"Lo estaba", dijo con una pronunciación apenas comprensible. El ji de madera se atoró en sus labios, a la par luchaba contra la espesa melena desordenada. "Pensé que era la persona correcta esta vez. De pronto hizo ese comentario desagradable... ¡Ni siquiera puedo repetirlo! Fue tan frustrante... La cita había ido bien... ahora nada".

"¡Oh!, lo lamento. Si dijo algo tan desagradable, probablemente fue lo mejor solo... ya sabes, que no se hubiesen conocido por demasiado tiempo".

"Si tú lo dices". Una vez lista, Wei WuXian abandonó la oficina de su amigo y se dirigió al reloj para marcar su llegada. Se lavó y dedicó su buena parte del tiempo en terminar de clasificar su parte del inventario. El trabajo pendiente le permitió distraerse del mal trago. Sin embargo, Nie Huaisang no se lo dejó fácil. Era un joven interesado en los rumores y el cotilleo. Wei Ying disfrutaba hablar de todo y nada; pero su mal humor era demasiado reciente. Solo quería olvidarlo. Huaisang no le permitió obtener un poco de paz en su propia mente.

Todo lo bueno en la vida me lleva a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora