Extra IV. Juventud

61 17 1
                                    


Wei WuXian sólo tenía quince años cuando decidió cambiar para ser ella misma.

Sabía que las cosas no serían fáciles, pero jamás se intimidó ante los desafíos. Estaba en su propia misión para ser quien debía ser.

Sin embargo, fue más complicado de lo que alguna vez advirtió.

Tenía el apoyo total y el amor de sus padres, pero no sabía cómo reaccionaría el resto de personas, así que titubeó. Ese verano casi se da por vencida. Considero que aún no era tarde para volver a ser ese pobre chico que no era completamente todo feliz. Sin embargo, optó por hacer caso omiso a las voces dentro de su cabeza, y siguió adelante.

El primer día del curso escolar fue complicado. No en un mal sentido, quizá sí. Había sido un cambio radical para propios y extraños. Como se habían despedido de Wei WuXian como el muchacho ruidoso y desaliñado del curso anterior, para encontrarse con ella en su estado verdadero.

Huaisang corrió desde el otro lado del corredor apenas se enteró de los rumores. Era más rápido para atender chismes y cotilleo que para aprender química y álgebra, pero no importo. La confusión se tatuó en su expresión y se mostró herido. No por el cambio, más bien porque pese a ser mejores amigos no habló de sus intenciones directamente.

Aún así no se ensañaron con ello y siguieron adelante.

Tomó más de una semana para que las personas dejasen de verla como un bicho raro. Y un mes para que sus compañeros de clase se hicieran a la idea de su transición. Las chicas con quienes alguna vez coqueteó parecieron confundidas pero se aliaron al nuevo frente a raíz de comentarios maliciosos de algunos chicos del curso de último año.

No hubo demasiado cambio en su rutina. Wei WuXian defendía a Huaisang de aquellos que le llamaban tonto o cabeza hueca ante su incapacidad de tomar de decisiones, y el estado enclenque en el que mantenía su cuerpo para clase de deportes; lo más problematico fue el ego de los chicos.

Que Wei WuXian les retará y se burlara de ellos cuando aún parecía un chico no supuso gran problema para ellos, en comparación de perder la cara frente a una mujer. Esto provocó el rencor de muchos, incluido aquellos que alguna vez llamo amigos cercanos.

Wei WuXian se vio en la necesidad de cambiar su lugar de toma de almuerzo. La cafetería había dejado de ser un lugar cómodo y las mofas aumentaron hasta que la comida perdía todo sabor y encanto. Recordó una ocasión en la cual se robó la bandeja con su almuerzo, solo para que fuese derramada sobre su cabeza. Por supuesto aquello le hizo enojar. Aún recordaba la burla de las personas en el comedor, y le vieron como un fenómeno del cual mofarse.

Wei WuXian había heredado el temperamento de su madre. Lo que solo pudo concluir en desastre.

En una ocasion se derramaron los restos de sopa de aceite sobre su uniforme, en lugar de ceder a las burlas y llorar, vibró por la humillación y se lanzó a golpear al tonto chico que se hizo el gracioso. No se enorgulleció, pero le había tirado tres dientes y le pateó el trasero a sus amigos cuando le llamaron por apodos ofensivos.

Sus padres habían abogado ante su situación. A los chicos solo se les suspendió una semana por pelear y Wei WuXian se salvó de la expulsión por comentarios de sus compañeros que abogaron en su defensa.

Pasó de ser el bicho raro, a la mofa de la escuela, y después al espécimen digno de temor. No fue su mejor año. No su favorito.

En un último momento, se encontró a sí misma aislada a la hora del almuerzo. Las lágrimas se escurrieron por sus mejillas y notó sus nudillos descarapelados con pequeñas costras de sangre y el dolor punzante de lo que amenazaba ser un ojo morado.

Huaisang se abrió paso hacía la azotea, dio un breve vistazo a la malla cercada que se alzó a varios metros y extendió una bolsa de plástico que contenía varias muestras de pan y bebidas. Su intención fue clara, un almuerzo juntos.

Aceptó un bollo de crema y le dio una mirada melancólica antes de dar un mordisco.

"Pensé... fui ingenua... no pensé que sería tan difícil".

Nie Huaisang no dijo nada, tal vez porque no había palabras para restar importancia al asunto. Estuvo bien, Wei Ying no quería consejos, solo la presencia de su amigo y alguien con quien hablar.

Sintiendo el peso del mundo caer sobre sus hombros a una edad temprana, no pudo evitar preguntarse si alguna vez habría alguien que le querría sin importar todas esas tonterías...

Si personas como ella eran merecedoras del amor y la felicidad.

Masticando el pastelillo dulce sintió una lágrima derramarse y miró hacía el horizonte sin demasiadas esperanzas. 

Todo lo bueno en la vida me lleva a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora