III. Decisiones parte III

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WangJi no escribió la solicitud enseguida.

Pese a sus deseos iniciales, se tomó un par de días para redactar una solicitud idónea. Se encontró inquieta frente a la opinión del tío y el inminente rechazo por parte de Nie Huaisang.

El resto de la semana transcurrió sin nada destacable en su rutina. Fue un día a día monótono y repetitivo. Por las noches, después de la cena, se hacía en su escritorio para terminar sus deberes y se quedaba en blanco frente a la solicitud digital a medio redactar.

Hasta que una noche, después de considerar escenarios poco agradables en su mente, se forzó a escribir un correo al segundo maestro Nie a mitad de la noche y dio enviar sin demasiadas esperanzas.

Se vistió, desayunó y se dirigió a la universidad. La mañana dio paso al mediodía y después a la tarde. Lan Zhan se dijo que debía ser paciente, y no desanimarse al no recibir respuesta. Sabía que se estaba imponiendo, ni siquiera había una vacante abierta en el negocio de Nie Huaisang, y los espacios debían estar cubiertos a la perfección.

Esa noche, mientras hablaba con su hermana mayor, recibió la alerta de un correo. Fue bastante informal, aunque poco cercano. Probablemente, escrito por el mismo Nie Huaisang.

En un vaivén de correos, que se sintió como un grupo de chat, se acordaron algunas condiciones y horarios, y se le recomendó encontrarse con el gerente de la tarde para comprender las actividades a desempeñar.

Sintiendo un pinchazo de esperanza, Lan WangJi se permitió reconocer la emoción y la alegría breve frente a tal oportunidad.

Contó a su hermana mayor sobre las buenas noticias, y se fue a la cama sintiendo un nudo en el estómago.

Como era de esperar, no concilio el sueño, aunque poco importó.


❖ ❖ ❖


Para su desgracia, sus pensamientos se guiaron a escenarios fatalistas y desalentadores.

'¿Qué harás si no logras adaptarte?'

'¿Y si la gente intenta lastimarte?'

'Te despedirán enseguida, eres la clase de persona que hace sentir incómodo a otros'.

'Solo te han recibido por lastima', dijeron las voces.

Perdiendo toda determinación, aguardó el tren con una expresión sin vida. El ir y venir de los vagones del tren le hicieron sentir enferma, y las personas rozando sus hombros incómoda. Se colocó la mascarilla para ignorar los olores de la estación y se aferró a la etiqueta del bolso para calmar sus nervios.

Una vez bajó en la estación correcta, caminó por algunas cuadras, y subió la colina de la calle principal. El viento invernal le golpeó el rostro, permitiendo que la ansiedad se asentara en su estómago hasta quedar en el olvido.

Apreció las formas dormidas de gatos perezosos en los ventanales de techo a piso, y las estructuras en las cuales los felinos jugaban o se amontonaban. Notó a una joven en una mesa baja, con un conejo entre sus piernas, apoyada en la mesa de manera perezosa mientras trabajaba en su computador. Y una pareja conversando con algunas bebidas frías a medio consumir.

Su reloj de muñeca marcó la hora, al menos quince minutos antes de la reunión programada. Le gustaba la puntualidad, pero el tiempo voló hasta la hora en punto, y ella se negó a entrar por pura inquietud.

Al hacerlo, fue recibida con el olor a café tostado y la calefacción que golpeó sus articulaciones congeladas.

Se percató de estudiantes atrincherados en las cabinas para estudiar, y amantes de las criaturas peludas llenando de atención a los felinos del lugar. Cientas de opciones de postre brillaron frente a ella desde la vitrina de cristal, y se preguntó, si era adecuado comprar algunos dulces para el té que solía compartir con su hermana mayor.

Todo lo bueno en la vida me lleva a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora