Había pasado una semana después de aquellos acontecimientos del cortejo de Abu simbel. A los hebreos les sorprendía el hecho de que el rey no haya hecho nada en contra del acto de Oseias o simplemente aún no había tomado esa decisión, la familia del joven estaba angustiada de lo que el Faraón podría hacer contra el, volver azotarlo o mucho peor, matarlo.
La princesa heredera caminaba por los pasillos del palacio recordando los últimos hechos y sobre todo el comportamiento de su padre, un comportamiento que desconocía completamente aunque por un lado se ponía a pensar que a lo mejor podría ser normal ya que es el rey pero su instinto sabía que no
.¿Cómo se puede ser tan cruel con un ser humano? se cuestionaba la joven Ariadna mientras cerraba sus ojos a lo que un suave suspiro hizo que bajará su mirada- Hija mía - la llamo el rey haciendo que la joven reaccionara de sorpresa dando la vuelta hacia el
- Por isis padre...que susto me ha dado - dijo llevando la mano hacia su pecho
- Perdoname querida no era mi intención asustarte - se disculpo un poco burlón el rey - pero lo que si es mi intención es poder hablar un momento con mi hija ¿Se podrá? - la miró
- Por supuesto que sí padre - añadió la princesa mientras caminaba al lado del soberano
- Se que mi actitud de la semana pasada no fue la adecuada para ti hija mía pero tienes que entender que es así como debemos tratar a los hebreos - dijo Ramsés seriamente
- ¿Cómo animales y humillarlos? es eso lo que me quiere enseñar? - dijo con molestia ante las palabras de su padre -
- Cuando seas reina lo entenderás hija - hablo tratando de hacer entender a la princesa - los hebreos podrían revelarse en nuestra contra si no actuamos con mano dura, recuerda que el equilibrio cósmico podría verse perjudicado, cómo princesa de egipto deberías saberlo querida
- Y lo sé perfectamente padre créame pero jamás seré una mala persona...mi madre estaría decepcionada de usted mi señor padre - la joven se retiró limpiando una lágrima que empezaba a caer de su rostro dejando paralizado al rey por sus palabras
Ariadna corría por los portones del palacio rumbo a la sala de entrenamiento sabía perfectamente que ahí podría encontrar a Ikeni, el único que la hacía sentir protegida y amada. Y justamente ahí estaba el, sus miradas se cruzaron provocando una sonrisa en ellos, el oficial dejo su espada y camino hasta su amada colocando un pequeño beso en sus dulces labios
Pudo notar que su hermosa princesa no estaba bien pero antes de decir una sola palabra está coloco su dedo delicadamente en los labios de su soldado para que no hablara, ella solo le sonrió tiernamente y lo beso lentamente con pequeños besos hasta crear un intenso y romántico beso, cosa que Ikeni no pudo rechazar, los besos de la princesa eran tan adictos e irresistibles para el así como ella misma pero su momento se vio afectado al escuchar que unos pasos se acercaban a la sala de entrenamiento
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Un Amor Prohibido
Historical FictionNi los propios dioses igualan su belleza Ella es la hija del faraón y yo un simple soldado... Cómo podría una princesa fijarse en un hebreo.....