𝐋𝐗𝐗𝐕 ° 𝐋𝐚 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐫𝐝𝐞𝐫𝐨: 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝟐

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— ¡Abuela!

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— ¡Abuela!.

Después de tanto tiempo sin verse un abrazo había unido a la heredera del soberano a los brazos de Henutmire. Un suspiró de alegría provino de la hermana del rey tras este encuentro. Aunque en aquel lindo rostro de la joven princesa se pudo percibir su angustia y miedo de lo que estaría por venir, la expresión de su cara le dio las respuestas, se hermano nuevamente había retado a Dios,  las severas consecuencias de sus actos traerían hechos terribles, muchas vidas estaban en peligro por su necedad.

— Mi hermano ha perdido por completo el juicio, ni con esta plaga deja de lado su arrogancia — habló preocupada la ex princesa de Egipto.

— Tengo miedo.....— susurró afligida la heredera.

— Todos los estamos querida — dijo Henutmire, sus manos se juntaron con las de su nieta.

— Esperemos que el rey no tome represalias por su salida del palacio — agregó preocupada Jocabed junto a Miriam.

— Ramsés no tiene ni la más mínima idea de que estamos aquí en la villa — dijo aliviada la reina — esperaremos al regreso de Moisés, no volveremos a ese palacio.

— Mi hermano no permitirá está afrenta Nefertari...lo conozco y se de lo que es capaz — dijo con miedo.

— No tenemos otra opción abuela Henutmire...yo me quedaré aquí, con Oseias — Sollozó al crear una sonrisa, el solo hecho de imaginar una vida al lado de el la llenaba de esperanzas, su decisión ya estaba tomada, Ariadna partiría con los hebreos, estaba decidida a dejar sus títulos de nobleza para criar a su pequeño hijo junto al amor de su vida.

Apunto de decir las buenas nuevas a su familia la brusquedad del sonido de las puertas de la morada las hizo desviar su atención, estaban aterradas, cómo era posible que supieran en donde estaban??? ¿Acaso alguien las había delatado???

— Vaya vaya, nuestro soberano tenía razón — dijo el general, en su cara se pinto una sonrisa maliciosa.

— ¿Pero que es esto? ¡Cómo se atreven a entrar de esta manera! — exclamó Nefertari.

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