𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐋𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈 ° 𝐋𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐚𝐬𝐞𝐜𝐡𝐚 °

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Parecía cómo si su corazón le fuera arrancado de su pecho, sus piernas temblaban, sus oídos zumbaban ante la atroz noticia que provenían de los labios de Moisés

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Parecía cómo si su corazón le fuera arrancado de su pecho, sus piernas temblaban, sus oídos zumbaban ante la atroz noticia que provenían de los labios de Moisés. La vida de su hija corría peligro, aquella joven que le había sido arrebatada cuando apenas era una bebé, aquella hija con la que se pudo reunir después de tantos años, no permitiriá tal crueldad por parte de su marido, estaba dispuesta hacer cualquier cosa por salvar la vida de Ariadna.

La voz del ex príncipe la había hecho volver a la realidad sacándola de su trance, sus ojos llorosos comenzaban a delatarla.

- Mi hija...esto no puede ser posible...mi hija no puede morir por la tonta necedad de Ramsés - sollozo en llanto, era imposible controlarse ante lo que sucedía.

- Desgraciadamente no está en mis manos poder hacer algo - se lamentó cabizbajo - tenemos que convencer a Ramses o todos los primogénitos de Egipto morirán - dijo amargamente. Sus manos se entrelazaban con las de Nefertari, el sufría al igual que ella por esta situación, tenían que hacer algo, tenían que salvar la vida de su primogénita, no solamente ella estaba en peligro, eran todos los hijos mayores de cualquier ciudadano egipcio.

El sonido de un rey furioso los había hecho ponerse de pie al instante, los ojos del Faraón irradiaban coraje y celos, ojos que fulminaban con despreció aquel que solía ser su mejor amigo.

- Que vienes hacer aquí Moisés, fuera de aquí - dijo arrogantemente.

- Solo trato de hacerte recapacitar y evitar lo peor - habló preocupado, pero era en vano, Ramsés no escucharía a nadie.

- ¡Ariadna es la protegida de los dioses, nada malo sucederá! Lo que tú quieres es sembrar discordia entre mi esposa y yo!! - exclamó en alto.

- Nuevamente tu necedad causará dolor y sufrimiento Ramsés - se lamentó, su última mirada fue dirigida hacia Nefertari, en un susurro soltó una última palabra "Lo siento ". No estaba en sus manos evitar está tragedia, solamente Ramsés podía cambiar el curso de las cosas.

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