𝐋𝐗𝐈𝐈 ° 𝐒𝐞𝐩𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐏𝐥𝐚𝐠𝐚: 𝐋𝐥𝐮𝐯𝐢𝐚 de g𝐫𝐚𝐧𝐢𝐳𝐨 𝐲 𝐟𝐮𝐞go

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Su respiración cada vez más se agitaba, su temor crecía sin sesar, tenía que evitar una tragedia

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Su respiración cada vez más se agitaba, su temor crecía sin sesar, tenía que evitar una tragedia. Se trataba de la princesa de Egipto, la propia hija del rey estaría apunto de cambiar muchas cosas y comenzar rumores por sus acciones, pero eso no importaba para Ariadna . . .

La multitud de gente obstruia su caminó, tenía que apresurarse o sería demasiado tarde, sin duda estaba completamente expuesta a ser reconocida, su visita repentina sería informada directamente al faraón.

Lamentos, llantos y burlas provenían del lugar de las ejecuciones. . .

¡Son unos cobardes! - gritó Nadab, uno de los hijos de Aarón.

- Cierra la boca o morirás junto con ellos - amenazó el general - ¡A mí señal! - alzo su mano.

¡¡Alto!! - aquella voz había hecho detener todo. Murmullos comenzaban a retumbar el área.

Es la princesa -

Es la hija del rey -

Todas las miradas iban directamente hacia la joven princesa, sus pasos se acercaban cada ves mas, su rostro de enojo iba directamente hacia los guardias. Hebreos y egipcios estaban atónicos y confundidos, que hacía la princesa heredera en este lugar, por qué estaba aquí?.

- Dejen ir a estás personas,¡Ahora! - ordenó con autoridad, su corazón se afligio al ver a una de sus abuelas entre los condenados, cómo era posible que Ramsés hubiera ordenado matarla, cómo era posible que su crueldad fuera más grande que su buen juicio.

- Princesa Ariadna son las órdenes del rey - agregó el general - ¿Qué está haciendo usted aquí?

- Eso no es de su incumbencia - dijo sería - ahora haga lo que le he ordenado! - exclamó una vez más, su voz se había tornado con irá y autoridad.

- Le pido que no se meta princesa, la vida de estos esclavos no tiene ningún valor - sin duda esas palabras habían aumentado el enojo de la heredera, aún que ella fuera la futura reina Bakenmut aún así no acataba sus órdenes.

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