𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐋𝐈𝐈𝐈 °𝐅𝐢𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐏𝐥𝐚𝐠𝐚°

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Las palabras de la boca de la soberana de Egipto agitaron emocionalmente al elegido de Dios, la vida de su primera hija corría riesgo por causa de la plaga, sabía que no podía enfrentar al señor, todo estaba en las manos de Ramsés

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Las palabras de la boca de la soberana de Egipto agitaron emocionalmente al elegido de Dios, la vida de su primera hija corría riesgo por causa de la plaga, sabía que no podía enfrentar al señor, todo estaba en las manos de Ramsés. . . . .

La soberana de las dos tierras había caído totalmente en los brazos de Moisés, la falta del agua la había hecho desvanecerse por completo perdiendo el conocimiento, Moisés junto al resto de su familia la auxiliaron de inmediato. El brillo en los ojos de Nefertari volvió, creando un suspiró de alivio en moisés. . . . .

Nefertari bebía del agua  desesperadamente, hace días que su cuerpo la necesitaba, su boca dejo de estar seca por unos momentos.

Es impresionante que aún tengan agua pura — dijo la reina mientras bebía un poco más.

— Pudimos guardar algunas reservas antes de que los magos contaminaran la fuente — dijo el ex príncipe.

— Lo que hizo Ramsés fue injusto, ni siquiera le importo vernos con sed a todos — sollozó decepcionada.

— Mi madre Henutmire y Ariadna cómo se encuentran? — agregó con angustia. Esto hizo que la gran esposa real abriera sus ojos cómo platos recordando el motivó por el cual había venido a la villa.

— Moisés por favor tienes que ayudarnos — se levantó de inmediato la reina volviendo la preocupación en el — La salud de Ariadna es crítica, está muriendo Moisés!

Las palabras de  Nefertari retumbaron el ambiente en especial los oídos de Oseias. . .

— Muriendo.... cómo que Ariadna está muriendo, ¡tengo que ayudarla! — dijo en lágrimas al ponerse de pie pero en su caminó había sido detenido por Caleb.

— Calma nieto calma, Dios va proteger a Ariadna — se dirigió hasta el muchacho para calmarlo.

— Abuela ella tiene que vivir — sus ojos se cristalizaban de tristeza, su impotencia de no poder hacer nada por la mujer que amaba lo afligia demasiado pero por otro lado, este acto había dejado sin habla a la soberana, un hebreo preocupándose tanto por una princesa de Egipto.

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