Nefertari no lograba conciliar el sueño tras el anunció de la última plaga, el solo hecho de pensar que podrían arrebatarle a su hija de sus brazos la aterrorizaba. Sus ojos no lograron cerrarse, toda su atención y cuidado era para la joven princesa quien yacía dormida en sus aposentos a petición de ella y Ramsés. Ariadna desconocía la razón de esta acción, lo único que podía pasar por sus pensamientos era la sensación de echarla de menos.
¿Sería su última noche con vida? Amaneceria a salvo?. Tantas preguntas llegaban a la cabeza de los reyes e Egipto, pero solamente estaba en las manos del Faraón evitar semejante calamidad.
Incluso en el desayuno real la heredera al trono logro percibir el gran silencio de su familia, sabía que algo no andaba bien, podía presentir que algo ocurría, debía saberlo, debía saber que estaba pasando para que nadie dijera una sola palabra. Nefertari intentaba no hacer tan evidente su preocupación pero cualquier intento suyo era inútil, su primogénita se había dado cuenta de su angustia.
- Estoy segura de que algo malo sucede y mis padres ni siquiera me dicen nada - dijo exaltada la heredera al trono, esto había provocado que sus damas compartieran miradas de angustia. ¿Cómo le dirían a su señora que moriría por la intransigencia del rey?- Seguramente están preocupados de que otra plaga del Dios hebreo llegué, mi señora - titubeó nerviosa Amonet. Pero sin duda el sonido de su voz había despertado la intriga en la princesa.
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Un Amor Prohibido
Historical FictionNi los propios dioses igualan su belleza Ella es la hija del faraón y yo un simple soldado... Cómo podría una princesa fijarse en un hebreo.....