𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐋𝐗𝐗𝐗𝐈𝐈 ° 𝐋𝐚 𝐚𝐛𝐞𝐫𝐭𝐮𝐫𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐫 𝐫𝐨𝐣𝐨 °

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- Levanta el cayado y extiende la mano sobre el mar

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- Levanta el cayado y extiende la mano sobre el mar.

Y he aquí la voz majestuosa del señor que se había hecho presente una vez más ante su siervo. Moisés obedeció ante lo dicho de Dios, siguiendo cada palabra hizo lo que le ordenó. Fuertes estruendos sobre el mar caían y retumbaban los cielos, los hijos del Israel se percataron de la acción de su libertador girandose en dirección hacia las aguas, había temor y confusión sobre lo que podría pasar, pero todo era a su favor, estaban siendo protegidos por el propio Dios, el mismo Dios que los llevaría rumbo a Canaán.

Era la maravilla más grande y maravillosa que sus ojos podían presenciar, no solamente para los hebreos, sino también para los egipcios, gran magnitud de poder y azaña hacia temblar a los soldados del Faraón, habían cometido el peor error de sus vidas una vez más.
Gritos y alabanzas emanaban por todo el pueblo hebreo . . .

Las aguas del mar rojo se habían abierto por completó en dos. Tal acto de poder los había dejado sin habla, sus ojos brillaban de lágrimas, sus corazones latían más y más, era impresionante lo que estaban presenciando, una vez más Dios mostraba su poder ante todo su pueblo, incluso a los egipcios.

- ¡Avancen Rápido!.
Era la voz de Moisés quien hablaba a su pueblo, apuntando en dirección al mar con su callado la gente seguía su indicación pero la inmensa figura del mar abierto en dos les causaba temor, pero no había porque temer, Dios los protegía, no estaban solos.

- Tengo miedo..- sollozo con suavidad la hija del libertador.

- No tengas miedo Ariadna, ten fe - la dulce voz de Oseias la había hecho sonreír, sus manos se habían unido con ternura.

El pueblo entero se adentraba por en medio de las aguas, acto que no había sido nada agradable para los ojos del Faraón, su sed de venganza hablaba mucho más alto que su buen juicio de razón. . .

.

Los hebreos estarían apunto de cruzar todo el mar rojo pero una vez más Dios le había dado una última oportunidad al rey de desistir de esta locura, la columna de fuego había desaparecido, era el momento de retirarse pero nuevamente la ira y la sed de poder endurecia el corazón de Ramsés. Solo basto empuñar su espada para dar la indicación de avanzar.

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⏰ Última actualización: 9 hours ago ⏰

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