7

138 15 1
                                    

Rooney POV

Uno de los amigos de papá tenía dos hijas gemelas. Aparentemente llevábamos una buena relación. No podía decirse que éramos grandes amigas, porque nunca hubo un interés mutuo en conocer nuestras vidas personales. Nada iba más allá de montar caballo algunos fines de semana. Sin embargo, una vez se me ocurrió invitarlas al cine, porque se estrenaría una película que llamaba mucho mi atención y creí que sería agradable la compañía, pero  terminé siendo la más pequeña en la sala, y la única solitaria.
Disfruté demasiado las palomitas y el sabor de la soda, porque normalmente compartía con papá, pero esta vez, a mis "grandísimos" trece años de edad, mi apetito era más grande. No obstante, la impresión que me llevé cuando sentía que por poco y me hundía en la pantalla gigante, ya que cada vez me gustaba más y más lo que tenía frente a mis ojos.
"Elizabeth", en efecto, esa película significó el inicio de una obsesión hacia las películas protagonizadas o conformadas por Cate Blanchett. Ella terminó de darme el empujón que necesitaba para decidirme estudiar una segunda carrera, en este caso la de actuación.
Me encontraba embelesada por cada uno de sus movimientos, la forma en la que su voz entonaba y enfatizaba cada línea y guión, o cómo es que un simple gesto guardaba demasiado valor para darle vida a un personaje. Yo no sabía más que eso, no sabía si vivía en América o en Oceanía, o si tenía hijos y cuánto medía. Estaba completamente desfasada de ello, pero bien me sabía casi todas sus técnicas y la había comenzado a estudiar, utilizando las herramientas que mi carrera me brindaba.
Ese talento era innato, era puro, un regalo de Dios directamente. Todo lo que ella hacía causaba escalofríos. Incluso, la vi actuar en un teatro y creo que el concepto que tenía de ella fue destruido, porque había espacio para más, sin creerlo posible, existía algo más grande en ella que superaba toda expectativa.

Actualmente, que había podido interactuar en persona, creía que era alguien bastante observadora, pero no callada. Tenía todo por decir, incluso con aquellos ojos que escondían los más oscuros secretos, pero los calmaba un océano azul.
Reitero que lucía imponente en toda su forma, pero se movía con tal ternura y gentileza, que podía creer que tal vez era un ser empático. Tal vez sabía de aquel poder que manejaba y por ello actuaba cautelosa, para no espantar.

—Ella es inteligente, así que va a percibir la tensión, de eso estoy segura—mi tía sirvió café en mi taza.

—Claro, pero dudo que comente al respecto—bebió un sorbo—Mmm—saboreó—No es asunto de nadie más que de ustedes dos—señaló.

—Pero podríamos causar incomodidad, y lo que pudo ser una cena amena y con algunas risas, se convertirá en un "quiero escapar de aquí"—mordí la tostada con jalea—Yo me sentiría de esa forma si noto algo extraño—suspiré.

—No van a pelear, al menos lleguen a un acuerdo antes que aparezcan. Tampoco van a dejarlas con el plan a medias, sobre todo cuando Edith quiere verte—asentí.

—Ya sé, además Cate Blanchett es quien estará en casa—fingí una voz aguda, por lo que Sarah rió.

—Y suerte la tuya, porque no todos los días tienes a Cate Blanchett en casa—sonreí inevitablemente, porque visualicé su rostro en mi cabeza.

—Me da nervios, Sarah—ella se volteó a mirarme con suma atención, girando todo su cuerpo en dirección a mí—Es que no puede ser posible que sea real, y mucho menos que vaya a mi casa, ¿comprendes?—asintió lentamente—Ella es tan cautivadora y me hace sentir tan inferior y simple a su lado que-

—Alto ahí—puso un dedo sobre mis labios—¿Qué hemos dicho sobre ser negativas con nosotras mismas?—resoplé.

—¡Es que es Cate Blanchett!—alcé mis brazos.

Lost in illicitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora