Rooney's POV
El domingo habían dado de alta a papá. La clínica le dio una licencia de tres días de reposo en casa, para ganar energías y estabilidad. Sin embargo, Phillip era terco como la mula. Le gustaba tanto su trabajo, que lo vi temprano sentado en el comedor, bebiendo su café americano, con un jugo surtido y pan monte cristo. Parecía completamente nuevo, pero caminaba un poco cojo. Ahora yo era responsable de su salud. Ni siquiera me puse a discutir el porqué debía ausentarse y descansar. Todo lo contrario, tuve que forzar una sonrisa y alentarlo a comenzar una nueva semana, que sino, los minutos se nos pasaban y debíamos estar puntuales en la agencia.
Se me hacía raro que apenas hablara, pero en su mirada lograba ver el cansancio que lo cargaba. Toda una semana postrado, con medicinas, alimentos para nada agradables y sondas que le incomodaban, sin contar que las enfermeras se encargaban de su aseo, no era para menos. Le dejé espacio para que divague en su propio pensamiento y le subí al volumen de la música.Cambiando el tema, respecto a Sarah, me había sentado bastante bien soltarme con ella. Necesitaba el consejo de una mujer grande. Con Cate no se daba el caso, porque justamente se trataba de ella. Y sí, estaba a minutos de enfrentarla. Me causaba muchísimo temor la interacción que tendríamos hoy, si es que se daba. Tenía miedo de haber retrocedido, que de pronto me vea como alguien más, y no como la Rooney que empezaba a querer, tal y como dijo ese día.
¿Qué haría entonces si en verdad me estaba ilusionando sola? ¿Qué haría si Cate cambiaba página y dejaba la pequeña amistad que iniciamos?
Me hice el par de preguntas en lo que avanzaba el día domingo.
En primer lugar, mis planes no se verían afectados, solo mis emociones, pero no podía pretender que estas tomen el primer plano y el control de mi vida. Había tenido suficiente en mi adolescencia temprana como para volver al mismo punto. No obstante, validar mis emociones era parte de mi proceso como ser humano. Debo ser consciente de ellas, abrazarlas y no apresurarme a ser la chica de las mil y un metas con la vida planeada. De hecho, una ventaja era estar en vacaciones, por lo que me daba el tiempo de analizar en los hechos.
En segundo lugar, si por alguna razón, Cate tomaba su distancia, era responsabilidad mía exigir razones, no insistir en la continuación de una amistad si no le apetecía, pero sí tomar en cuenta los porqués. Tampoco pretendía comerme la curiosidad. Luego, era mi turno de pasar pagina y seguir adelante, aunque estaba segura que dolería, ambos puntos me llevan al hecho de validar mis sentimientos.—¿Cómo te fue con Cate en la semana? ¿Te hizo reír demasiado?—mis manos casi sueltan el volante.
—¿P-Puedo preguntar cómo es que lo sabes?—menos mal la música aligeraba el ambiente.
—No hay mucho por saber, hija. Nicolas me lo comentó—ese boca floja, pensé.
—O sea que eso sí informa, pero si le pido que me diga cómo estás, lo primero que hace es excusarse—resoplé. Mis manos estaban comenzando a sudar.
—Rooney, no te agobies. No creo que hayas tenido problema en pasarla con ella, ¿o sí?—recordé el último día. Odiaba sentir cómo la tensión viajaba hasta mi estómago.
—Es muy atenta y servicial—no mentía, era maravillosa. Yo era el problema entre las dos.
—Lo sé, cariño. Me alegra que hayas podido conocerla más de lo que veías frecuentemente. A veces creemos saberlo todo, pero en realidad es muy poco. Ella es una cajita de pandora—asentí lentamente.
Papá estaba en lo cierto. Cada día con Cate, fue como descubrir algo nuevo que me envolvía y no me dejaba más salida.—¿Hace cuánto que la conoces? Tengo entendido que Sarah también lo hace—él tomó un poco de agua de su botella.
—Ya tiene tiempo que la conozco, pero te mentiría si te doy una fecha—ya habíamos llegado—En cuanto a Sarah... supongo que también hace mucho. He de suponer que cuando tú eras una niña—entonces sí era bastante.