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Rooney's POV

Seguro que ya les conté sobre aquel lazo y confianza que existía entre la tía Sarah y yo. Ella de alguna forma suplía esa figura maternal que necesitaba cada día de mi vida, sobre todo en mi etapa como adolescente. Le hacía todo tipo de preguntas. Ella me empujaba a realizarlas, hasta las más íntimas e incómodas, según yo. Sabía permanecer relajada y trasmitirme aquel sentimiento.
No había día en que no me hiciese reír, siempre estaba al tanto de mi bienestar, y de sembrar en mí el buen humor y la soltura. No se daba por vencida, a pesar de mi personalidad tan tensa y tímida.
Finalmente, creía yo que era cuestión de complementarnos.

Podría decirse que con estas vivencias y más, mi tía era la persona más abierta a dialogar y aceptar nuevas ideas o pensamientos, siempre y cuando no dañen la integridad del ser humano. Ella hacía uso de sus limites, sobre todo si alguien más que ella podía verse involucrado.
Al igual que mi madre, Sarah se autodenominaba como un ser libre, alguien que no se veía en la necesidad de formar relaciones. Sin embargo, ambos casos, en este mismo instante atraían toda mi atención, puesto que me encontré por muchos años en dicha situación. Nunca necesité de un complemento idóneo para caminar feliz, pero ahora que las mariposas venían a alborotarme, me cuestionaba aquella fuerza de voluntad pasada y de ambas personas de las cuales les hablaba.

¿Cómo se puede vivir sin esta molestia en el pecho? La Rooney de hace semanas no respondía más a mi llamado. Seguro iba a necesitarla mucho más en algún momento.

Cariño, Hilda y Janett me han comentado que les encantaría que Ro sea la damita de honor—Mamá una vez nos contó cuando cada quien hacía lo suyo en el living.

¿Cuándo es la boda?—preguntó él mientras armábamos una torre de legos.

El mes que viene. Tendrán un ensayo a partir de la próxima semana—Mamá se nos unía al juego—Si la nena acepta—me miraba con esos ojitos encantadores—entonces asumiré llevarla y los gastos del vesti-

—Oh, por el vestido no te preocupes. Solo dame la mano con llevarla—los miraba atentos—La gasolina de tu auto y el vestido lo pongo yo, hermosa—sinceramente me encantaban aquellos intercambios amorosos que de pronto surgían por parte de ambos.

El caso en sí, analizándolo con lupa, no eran mamá y papá, tampoco yo, sino más bien lo cotidiana y tan tranquila conversación que se había llevado a cabo. Con eso me refiero al tema central, que era la boda, la boda de dos mujeres.
Nunca en mi vida había logrado relacionar las palabras "malo" con "amor", porque eran simplemente opuestas, y dentro de mis conocimientos, todo amor era válido. Amor que es recíproco y sano, claramente. Sin embargo, mi temor se asechaba una vez que pensaba en la espaciosa diferencia de edades entre Cate y yo.
Seguro me adelantaba, pues ella ni siquiera se hacía a la idea, pero ¿acaso era correcto?
Tenía miedo a que juzgasen mis sentimientos, mas necesitaba sacarlos a la luz, necesitaba sentir el apoyo abrazador de mi familia.
¿Sarah lo aceptaría? Ella había salido con mujeres desde la secundaria. Seguro que sí, hasta mencionarle de quién se trataba, se desmayaría de los nervios.
¿Papá lo aceptaría? Estaría emocionado porque su hijita está creciendo, pero con decirle de que se trata de su amiga capaz se volvía loco.

—Querida, ¿cuándo nos tomamos unas copas?—la tía Sarah se quedaría conmigo durante el fin de semana, ya que papá tuvo un viaje de negocios de último minuto. Estaba a punto de cerrar contrato con La Liga de Futbol Americana.
Sé bien que el fútbol y mi papá no son mejores amigos, pero negocios eran negocios y las ganancias, al igual que el nombre, beneficiarían a la agencia.
Mamá definitivamente se reía desde el cielo.

—Respecto a eso...—suspiré—¿Me dejas salir esta tarde?—me miró con los ojos entrecerrados—Iré a la casa de una amiga de la universidad, Claire—me sonrió—Regreso mañana mismo—parecía que se caería de espaldas.

Lost in illicitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora