Rooney's POV
No, no lo perdoné a penas pisé mi casa. De hecho, lo reflexioné la noche entera, para levantarme temprano y hacer lo que creía correcto.
Claro, mi tía me lo aconsejó, Cate Blanchett misma me lo aconsejó por segunda vez, pero ¿estaba acaso segura? No quería actuar simplemente por la emoción, o porque el resto me lo pedía, sino porque estaba muy de acuerdo con que papá finalmente era mi mejor amigo, y errores cometería mil veces más.¿Qué hacía mamá en situaciones como esta? Cocinaba, sí, o realizaba trabajos manuales y cartas. Era una especialista en sacar sonrisas, pero no mostraba la sorpresa hasta después de llegar a un acuerdo, o en el mejor de los casos, una reconciliación. No quería verse manipuladora, quería tener un detalle, porque conocía bien el sentimiento de dolor o traición. Sin embargo, la mayor parte del tiempo, ella extendía el perdón, porque era tan buena y hasta ingenua, que las malas jugadas que le hacían eran parte de su diario vivir.
—Lamingtons, Estella—le hice saber a la mujer que nos ayudaba en la cocina—Pongamos manos a la obra, porque hace tiempo que no los hago—teníamos, menos mal, todos los implementos.
Conquistar el estómago de papá sería trabajo fácil, más cuando se trataba de su postre favorito.—¿Qué haces, mami?—esa vez que la encontré sentada en la mesita del jardín, no se encontraba tan feliz que digamos.
—Una carta, mi estrellita—no importaba qué, ella siempre me miraría y me hablaría con amor.
—Me gusta mucho tu letra y el papel—volteó a mirarme con una sonrisa que dejaba en descubierto el hoyuelo conquistador, para después levantarme y sentarme sobre sus piernas.
—Le cuento a alguien cómo me siento—colocó una mano en su pecho—Es bueno hacer saber nuestros sentimientos, pero siempre con cariño y respeto—la miraba como si fuese diferente a mí, como si ella fuese un resplandor y yo tinieblas, cuando en realidad éramos dos gotas de agua, excepto en nuestra forma de entablar conversaciones o conocer a alguien—Te quedaste pensando—dejó un beso en mi mejilla.
—Mamá, ¿por qué soy así?—desde muy pequeña me encontré molesta, porque yo nunca fui capaz de expresarme como quería.
—¿Bonita, cariñosa, divertida, paciente y misteriosa?—agaché mi mirada—Mi vida—me abrazó con fuerzas—Eres perfecta como estás—acarició mi pequeña mandíbula—¿Qué te aflige?—me miraba muy atenta, dejando todo sobre la mesa.
—¿Cómo haces eso?—señalé su carta—¿Cómo le agradas a todo el mundo?—sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no lloraba.
—Ellos también se cansan de mi amabilidad, pero sobre todo de la forma en la que bailo o cuando canto sin parar—de grande supe que se refería a la forma en la que llamaba la atención por simplemente ser ella misma, y por eso la castigaban—A veces mi imprudencia—o sea su personalidad extrovertida—causa confusión, y termino hiriendo a los que más quiero, sin realmente quererlo así—había llegado a la conclusión de que a mamá la metían en problemas, y el resto lamentablemente lo creía. Papá, luego de un tiempo, me lo confirmó, porque él también fue víctima de un juego así, en el que los rumores le carcomieron la cabeza—¿Sabías que la mayoría de humanos duermen entrando en un trance de silencio, en donde los oídos se vuelven sordos al alrededor?—yo siempre la miraba embobada, por la forma en la que me convencía, siempre llevándome una linda lección—Tú eres algo así como ese silencio placentero que uno necesita para dormir, y durmiendo crecemos, nos relajamos y soñamos. ¿No te parece algo tan lindo?—asentí convencida, como si hubiese cambiado el pensamiento completo que traía.