Prólogo

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Se veía tan lindo, aun con sus mejillas mojadas a causa del llanto y sus bellos ojos enrojecidos e hinchados, su blanca piel resaltaba el morado hematoma de su mejilla izquierda el cual ocultaba sus hermosas pecas.

Es una lastima, con lo mucho que me gustan verlas en su precioso rostro.

Aun cuando prefiero verlo sin un rastro de tristeza en su mirada ni magulladuras en su piel, a veces es necesario poner un poco de disciplina.

—¿Cómo estás ángel? —Acaricio su mejilla golpeada tratando de ser lo mas suave posible —¿Te duele mucho?

Rehuye de mi toque y se remueve en la silla donde esta atado, tomo su barbilla firmemente y hago que me vea directamente a los ojos, ignorando la mueca de dolor que hace.

—Vamos, no quieres hacerme enojar de nuevo ¿o si? —Veo el miedo en sus ojos, los cuales están llenos de lagrimas, eso me excita aún más. Deja de moverse cuando aprieto mis dedos en su mandíbula —. Así está mucho mejor.

Besó su boca arriba de la cinta que la mantiene cerrada para que no pueda gritar. Aunque para este punto creo que sabe que es inútil, nadie podría escucharlo de igual manera, estoy seguro que se dio cuenta cuando intento huir.

—Veamos —Camino hasta sentarme en una silla frente a él y apoyo mis antebrazos en mis rodillas —, ayer te portaste muy mal ángel, aun me duele un poco la quijada después del golpe que me diste, pero bueno sé que después de tu castigo ya has entendido que debes portarte bien. —Lo escucho sollozar con mas fuerza, sus ojos dejan salir abundantes lágrimas que mojan mis dedos al resbalar por su rostro.

Me dedico unos minutos a observarlo, desde el primer momento que lo vi supe que lo quería para mi, atrajo mi mirada y mi interés desde el principio y con el paso de los días aumentó mi determinación por hacerlo mío.

Y aquí está ahora, total y completamente a mi merced.

Por unos instantes me puse a analizar que las cosas pudieron haber sido distintas, si él hubiera accedido por las buenas a ser mi pareja, ahora no estaríamos en esta situación. Quizás hubiera bastado con solo un acostón para dejarlo en paz, en cambio ahora quiero obtener más que una simple noche de calentura, ahora quiero todo de él.

Quiero su cuerpo, sus pensamientos, cada uno de sus suspiros y sobretodo quiero su amor; ser la persona a la que ame tan incondicionalmente que haría cualquier cosa con solo pedírselo.

Lo peor del caso, si analizo las cosas un poco a fondo, no entiendo porque no cayó desde el primer movimiento si trate de ser bueno, de ser paciente, de cotejarlo y demostrarle que yo era el indicado para él, pero no, él seguía de aferrado con el estúpido de su novio. Que para colmo no lo sabia apreciar y se la pasaba coqueteando con medio mundo casi en sus narices.

¡Vaya estupido!

Pero como todo en la vida, mi paciencia se terminó y tuve que llegar hasta estos extremos, aunque sinceramente también ya me estoy hartando de su falta de cooperación en estos días.

Si él quisiera todo sería mas sencillo, no tendría que castigarlo por sus desobediencias y sus malos modos, pero es tan terco y obstinado.

—Bien, te voy de quitar la cinta de la boca —Me levanto y me acerco a él —y no grites por favor, sabes que es inútil de igual modo y no estoy de muy buen humor para soportar tus gritos, así que... —Tomo la orilla de la cinta adhesiva jalando una punta solo un poco para poder jalarla —, portate bien.

Comienzo a jalar de a poco para no dañarlo, aunque él no lo quiera creer, no me gusta hacerle daño, él lo es todo para mí y me duele incluso más que a él cuando algo le pasa.

PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora