Prólogo

312 22 3
                                    

Ella no entraba a clases porque pensaba que estaba de sobra.

No escribía muy a menudo pero leía libros tan rápido como llegaban a sus manos.

Le gustaban más los claveles que las rosas porque pensaba que éstas eran solo para gente enamorada.

Reía ante mis ocurrencias absurdas y mi boca sucia.

No creía en el destino, solo que ésta era producto de los planes de Dios.

Le compraba dulces aunque nunca veía cuando se los comía.

No le gustaba que toquen su bastón sin su permiso o que la ayudaran a caminar.

No demostraba su enojo ni su felicidad a menos que fuera realmente necesario.

Me desesperaba cuando no la encontraba esperándome. Me tranquilizaba, sin ni siquiera tocarme.

Se conformaba con lo que tenía y nunca pedía favores.

No podía verla con alguien más, sonará egoísta, pero así era.

La recostaba en mi hombro para hacerla sentir segura, ella accedía para hacerme sentir completo.

Se humedecía los labios constantemente.

Me enseñaba a leer sin mirar.

Sabía más de la vida que yo, aunque hace mucho no la veía.

NUMB |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora