Capítulo 14.

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— ¿¡Es ciega!?

Preguntó mi hermana tapándose la cara con las manos mientras volvía a sentarse en el borde de mi cama, estaba tratando de controlar la trayectoria de mis alarmados pensamientos pero estos me ignoraban y estaba al tanto de que Gemma estaba igual que yo. Pero, ¿era algo realmente malo?

—Por esa razón no quería contártelo, ella no quiere revelarse casi ante nadie —afirmé, recordando las palabras de Jamie.

—Harry, esto es... vaya —habló a través de sus manos las cuales tapaban su boca.

— ¿Estoy haciendo algo tan malo?

—No, no es algo malo, sino que... —ladeó la cabeza varias veces para luego agregar—: Harry, tú no eres específicamente de esos chicos que lleva las relaciones serias, y se complica aún más ya que Jamie...

—Gem, lo dices como si fuera que estoy saliendo con ella —interrumpí.

—Sé cómo eres, no lo digo por decir.

—Pues estás adelantándote a las cosas, solo somos amigos —aclaré con voz firme.

—Oh, sí claro —hizo un gesto con las manos, no estaba creyéndome— Es por eso que estás ahí afuera sentado justo al lado suyo todos los días, ¿o me equivoco?

A pesar de la exageración que mi hermana estaba empleando en ese momento, debía admitir que prefería estar afuera sentado en un banco junto a una chica que en un pasillo sin hacer nada durante cuatro horas. Analizándolo bien, nadie elegiría la segunda opción, y más aún si la chica era increíblemente agradable.

—Es una buena compañía.

Fue lo único que pude decir en mi defensa, no quería engrandecer tanto la situación ya que no serviría de nada. Mi hermana levantó una ceja y al final suspiró.

—Ahora entiendo por qué no había llamado su atención la otra vez.

— ¿Cuándo nos estabas espiando desde el tercer piso del instituto? —pregunté, entrecerrando los ojos. Ya sabía su respuesta.

—Sí —frunció los labios y agregó—: Y también la otra vez...

La observé con la mejor cara de horror que pusiese permitirme. Ella dejó de hablar al instante.

—Deja de hacer eso.

Rió por lo bajo.

—No te prometo nada. Oh, y también entiendo por qué no salió corriendo cuando te conoció.

—No me toques las bolas, retrasada.

—Cállate, insecto.



Aún faltaba mucho para que el receso terminase así que me comí mi tarta lo más lento que podía para poder disfrutar del exquisito sabor de ésta, era raro que las tartas fueran tan buenas como la de esta noche, tal vez la cocinera de la cafetería se había cambiado por una mejor. Dios quiera que sí.

—Si quieres te doy mi tarta, parece que te comerás hasta el plato —musitó Liam acercándome su plato.

—Es que tengo mucha hambre, Liam —me comí otro bocado, mastiqué y tragué para luego agregar—: Los entrenamientos siempre me dejan hambriento. Además, estuve muy ocupado desempacando que ni siquiera almorcé.

—Oh, he olvidado que te conseguiste un apartamento. ¿Es grande? —preguntó, terminando su refresco.

—No exactamente, pero es perfecto para dos personas.

NUMB |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora