Las manos sudorosas siempre han sido un gran defecto mío, el más molesto también, y el que siempre aparecía cuando más nervioso me encontraba o estaba bajo mucha presión. El volante casi resbala de mis manos justo antes de aparcar en el estacionamiento del centro comercial al que mi hermana solía venir y volver con los brazos hasta el piso de tantas bolsas cargando con ellos.
Las puertas de vidrio templado se abrieron automáticamente en frente de mí dándome una buena perspectiva de la generosa variedad de tiendas adentro sin siquiera mover un dedo. Oh, como amaba esas puertas.
Piensa, Harry, piensa. ¿Cuál podría ser un buen regalo para tu hermana la cuál te amenazó de distintas maneras si no recibía uno bueno? ¡Que frustración!
Era en este preciso momento en que daría todo para que mi madre estuviese aquí y se encargase de todo, estaría encantado de que pasara por encima de mí para que lo hiciese, hasta le pondría una alfombra roja y limpiaría las plantas de sus zapatos.
Me adentré en cada una de las tiendas en las que sabía que encontraría algo que valga la pena y no me importaba que fuese tan costoso ya que desde hace años no le doy algo a Gemma que realmente haya tocado mi bolsillo. Me sentía culpable, por así decirlo, ya que ella siempre se esmeraba en su regalo y yo con suerte me daba cuenta pero lo olvidaba de inmediato.
Hasta ahora no estaba funcionando.
Una tienda de lencería llamó mi atención. ¡Cómprale unos sostenes a tu hermana y dile que si no le caben, el canje será a mitad de precio! ¡Una ganga!
Podía sentir como mis mejillas se tornaban de un color carmesí cuando pude divisar a un par de chicas riendo por lo bajo mientras me miraban curiosamente. Me di cuenta de que estaba parado frente a la sección de damas mayores. ¡¿Quién cabría en semejantes pedazos de trapo?! Salí pitando de ese lugar lleno de colores rosas a rebosar.
¿Debería llamar a mi madre e implorarle que se ocupara de todo? No debería, esto no era de vida o muerte, ¿o sí?
Para bajar mi nivel de estrés podría ir por la forma tradicional y darle un lindo porta-retratos agregando que estuve buscándolo por horas y horas solo para aumentar su valor el cual sería inexistente.
Click
Mi oportuno foco de ideas tintineó varias veces en mi cabeza brindándome unas buenas opciones. ¿Por qué no lo había pensado antes? ¡Que genio resultaste ser, Harry!
Entré en la galería de mi móvil en busca de unas fotos específicas las cuales serían un tanto vergonzosas pero, hay que admitirlo, adorables.
¿Quién dijo que no podría hacerse un buen regalo con muchos regalos?
Habían pasado varias horas ya pero mi cerebro no era capaz de asimilar la pequeña e inesperada noticia de que mi hermana se había atrevido a "invitar" a Jamie a su fiesta de cumpleaños, agregándole el que nunca antes habían hablado, sería en una discoteca, en la noche, sin su padre al rededor patrullando como perro sabueso. De todos modos nunca la dejaría ir ni siquiera sobre su helado y duro cadáver.
Había decidido no saludar a Jamie antes de que entrase al instituto por si el grano en el culo de Trenton Jones aparecía de la nada como si contase con una alarma especial para indicar la hora de ser un cizañero.
Simplemente la miré desde mi asiento justo donde la ventanilla contigua se abría, dándome una imagen clara de Jamie al bajar del Toyota blanco como si de una limusina en los Oscar's se tratase o al menos así era en mi retorcida mente.
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NUMB |h.s|
Fanfiction¿Te arriesgarías a intentar algo nuevo sabiendo que uno no conoce el rostro del otro? Harry accede a llevar a su hermana de Holmes Chapel hasta Manchester a un instituto para discapacitados todos los días, y no pensó encontrarse con una maestra de l...