Capítulo 29.

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La espera fue más larga de lo que había premeditado.

Había perdido la cuenta de cuantas veces habíamos pasado por uno de esos silencios incómodos durante todo el tiempo en que llevábamos conociéndonos pero ninguno había sido completamente incómodo, para mí por supuesto. Pero justo en éste momento esa traicionera nube de incomodidad acaparaba todo a nuestro alrededor mientras yo intentaba disiparla torpemente sin éxito.

Tenía que decirme algo, cualquier cosa que me tranquilizara y me dijera que no me juzgaba como todos lo habían hecho conmigo entonces.

Estaba casi seguro de que la había dañado de algún modo con mis palabras, a pesar de haberle advertido que había cosas que tal vez no querría escuchar.

Hice muy mal en contárselo todo, no quería creerlo pero su silencio respondía a todas mis preguntas y hasta las inexistentes.

— ¿No vas a decir nada? ¿No vas a reclamarme o decepcionarte de mí como lo hicieron todos?

¡Tonto!

No necesitaba su pena o compasión, a pesar de que a veces se necesita de eso pero ésta no era una de esas veces.

Ella negó un par de veces. Suspiró profundamente y agachó la cabeza que hace segundos estaba derecha y mirando en algún punto justo en frente de ella.

— ¿Crees que soy parte de ese "todos"?

Me tomó por sorpresa. Un poco.

—No —mi voz sonó algo débil, carraspeé y añadí—: No, por supuesto que no.

La sombra de una pequeña sonrisa de asomó en su rostro.

—Entonces no tengas dudas de que ni en sueños te juzgaría, Harry. Y menos si sé que eres inocente.

Mi boca se abrió y se cerró nuevamente. Pero por supuesto, era Jamie, el alma más bondadosa de este planeta.

— ¿Me crees?

El alivio y la sorpresa eran claros en mi voz.

—Por supuesto que lo hago.

Quise dedicarle una pequeña sonrisa esperando a que una rara conexión le hiciese saber de que estaba completamente agradecido.

Cuando me di cuenta, mis manos ya estaban envolviéndola con la simple intensión de acercarla y pegarla a mí como si entre nosotros hubiese metal fundido pegándonos al otro. Su toque era tan suave tras la ligera remera, mis manos se plantarían allí mismo para no ser arrancadas jamás.

Muy pronto ya no quedaba espacio entre nosotros ni para respirar bien y tampoco tenía planeado soltarla. Me había respondido de la misma manera en que yo lo había hecho, pero ella parecía aún más pequeña estando escondida en mi pecho.

—Gracias —susurré con parsimonia.

—No es nada.

Por una estupidez mía, una imagen se cruzó por mi mente. Thara y yo envueltos el uno con el otro en un mismo abrazo, era el mismo pero sin el sentimiento y la conexión que estaba sintiendo en este momento. No me era familiar, ya que nunca había sentido esto antes. Creí que lo sentía pero las ilusiones adolescentes también existen.

Me separé, solo un poco. Tomé su mentón haciendo que nuestros rostros estén a menos de diez centímetros de distancia.

Analizaba cada una de sus expresiones en busca de... ¡ni siquiera sabía qué buscaba! Defectos no eran, ya que no existía ninguno ante mis ojos.

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⏰ Última actualización: Feb 12, 2016 ⏰

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