Capítulo 18.

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El balón me golpeó nuevamente pero esta vez me dio justo en el ojo haciendo que lo cubriese con mi mano. Ya iban como tres veces en las que recibía un golpe pero éste último dejó un picor en mi ojo izquierdo que aseguraba duraría todo el día.

— ¿Que sucede contigo, Styles? —la voz del entrenador Graham llamó mi atención una vez más.

Sopló el silbato por novena vez en la tarde deteniendo el entrenamiento y acercándose a nosotros, a mí para ser más específicos. Su rostro reflejaba las ganas de asesinar que lo caracterizaba cuando algo no iba como él quería y no cabía duda de que la víctima era yo.

— ¿Qué está mal contigo, hombre? —me gritó justo en la cara. Recibí unas cuantas gotas de saliva incluida— El último mes estabas que volabas en los entrenamientos, ¿y ahora? ¿Acaso tengo que enviarte a la banca para que reacciones?

—Lo lamento, entrenador...

— ¡Ningún lo lamento nos hará ganar esta temporada! ¡Ahora, pon tu culo de nena a dar el ciento diez por ciento o tendrá que dar treinta vueltas por todo el campo ya!

—Sí, señor.

Con esas últimas amargas palabras intenté hacer lo que Graham me había indicado a gritos y lo que a arañazos conseguí. Bueno, casi.



Con el alma evaporándose en mi interior entré a las duchas seguido del resto del equipo. No saludé a nadie como era de esperarse.

La ducha estaba tibia pero aun así no era lo suficientemente cálida como para suministrarme el calor que necesitaba urgentemente. ¿El motivo? Lo ocurrido esta mañana.

El padre de Jamie llegó justo en uno de los más extraños pero agradables momentos que he tenido en toda mi existencia y, prácticamente, arrebatándome a Jamie. Era su padre, eso lo tenía más que claro pero, ¿era necesario tratarla con tanta severidad? Si encontraras a tu hija no vidente en un banco casi a punto de besarse con un desconocido en vez de que ella estuviese en clase, y te enteras de que eso fue lo que ha estado haciendo hace casi dos meses, ¿qué dirías?

Demonios del averno, todo era mi culpa.

Tenía que haberle dicho que volviese a clases en lugar de haber sido tan egoísta por necesitar una compañía y que la regañen y castiguen. Preferiría mil veces eso a verla tan melancólica como la vi esta mañana lo que hizo trizas todas mis defensas interiores y exteriores.

Estaba al borde de sufrir un colapso nervioso o hacer un agujero en la pared con mi puño. Estaba cabreado y más que nada confundido hasta el último pelo. ¿Qué le estará haciendo o diciendo ahora? ¿Era cierto lo de castigarla, y de ser así, no la volvería a ver de nuevo? Y la pregunta más dificil ¿Por qué había dicho eso? Tú no eres como él, Jamie.

Un golpe en la puerta casi hace que me resbale por el agua y caiga al piso.

—Harry, deja de masturbarte y sal de una vez, estas usando toda el agua —La voz de Liam hizo eco en mis oídos. Quería golpearlo por lo que acababa de decir.

—Yo no hago esas cosas, no soy tú —espeté cerrando la llave al mismo tiempo. Enrollé la toalla en la parte baja de mi cuerpo.

—Claro que si lo haces, a menos que ya tengas a alguien para hacerlo por ti —dijo de manera burlesca.

Si mis ojos fuesen navajas, mi mejor amigo ya estaría desangrándose en el suelo.

—Guárdate tus comentarios sexuales para ti. no me metas en esto.

Soltó una carcajada digna de ser escuchada en todo el campus.

—Te has sonrojado, hermano —dijo en medio de risas.

NUMB |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora