Capítulo 3.

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Era extraño que estuviera pensando en esos claveles. No, en esos claveles no, sino en el insecto de la culpa que me mordisqueaba por no haberme disculpado. Debería ir mañana a disculparme pero dudaba encontrarme con ella de nuevo, pero si lo hago le pediría disculpas y me largaría sin más. Ya tenía un plan por si acaso.

- ¿Por qué conduces tan despacio? Debo llegar antes de las siete, Harry -mi hermana se quejó-

- Es mi auto y yo conduzco como quiero -espeté; ella se hundió en el asiento de nuevo-

- Pero tengo que llegar cinco minutos antes, Harry -se quejó de nuevo; rodé los ojos y pisé el acelerador-

Para ser sinceros, no quería llegar a Manchester tan rápido. No estaba nervioso ni nada por el estilo. No quería llegar y esperar sentado cuatro horas en un pasillo vacío y sin ninguna distracción y tampoco podía salir ya que Gemma me había dicho que me necesitaría en cualquier momento y no tenía idea de para qué.

Era una mañana cálida de martes muy poco propio de Reino Unido que hacía menos de veinte grados casi todos los días. Aparqué el auto en el mismo lugar que ayer, Gemma salió pitando del auto sin siquiera despedirse, tal vez estaba molesta, me disculparía después.

Decidí quedarme en el auto, no quería estar en ese pasillo oloroso de nuevo. Una figura femenina pasó en frente del auto atrayendo mi atención. Esa chica de nuevo, que coincidencia. Hizo lo mismo con su bastón hasta cruzar la calle sana y salva y sentarse en el mismo banco de ayer, con la misma canasta de claveles y el mismo libro de ayer. La observaba desde el parabrisas debatiéndome mentalmente si acercarme y disculparme o no. Maldición, ese molesto insecto de la culpa otra vez.

Salí del auto con pereza, crucé la calle. Me quedé petrificado justo al costado del banco, ¿Qué voy a decirle? Hola, soy la bestia que te tiró al piso ayer, tiró todas tus flores, te dijo comentarios hirientes y ni siquiera te pidió disculpas. Ahora, ¿Me disculpas?.

No, definitivamente no.

- ¿Quién está ahí? -movió la cabeza hacia un lado, pero la mirada hacia un punto fijo-

- Eh... ho-hola -tartamudeé; ¿por qué estaba tartamudeando?-

- Oh, es usted.

¿Me había reconocido? Esto es espeluznante.

- ¿Cómo lo sabes? -pregunté; no sé por qué tendría que tratarla de usted-

- Su voz es una de las más rasposas que he escuchado, podría reconocerla en cualquier parte -confesó; volvió su atención al libro toqueteándolo lentamente-

Sabía que mi voz era rasposa pero no demasiado rasposa como para ser reconocida al instante con solo un hola. Esta chica era extrañamente atenta.

- ¿Aún sigue aquí? -volteó un poco la cabeza de nuevo-

Vamos, di algo Harry.

- Solo... quería disculparme por lo que había ocasionado ayer -suspiré; ¿en serio estaba nervioso?- No debí haber dicho esas cosas y me sentí realmente mal -cerró el libro de golpe-

- Está bien, joven, no hace falta que siga molestándose pidiendo una disculpa, no me hirió -una mueca agradable se asomó en su rostro; se relamió los labios-

-Aun así te pido disculpas -suspiré-

Ella parecía haberme ignorado, ¿qué diría ahora?, ¿tenía que decir algo al menos? Ya me había disculpado así que lo más lógico sería largarme de allí como si nada hubiera pasado pero en vez de eso y para mi sorpresa, ella habló.

- No quiero que se sienta mal, las personas con alguna discapacidad lo último que merecen es lástima de otras -espetó; se humedeció los labios-

- Tienes razón, solamente pensé que te había dañado, no me gusta herir a otros... -confesé; ¿por qué le estaba diciendo eso?-

- Créame, a mí tampoco me gusta eso -esbozó una media sonrisa-

Cuando hizo aquella mueca me había dejado ver sus ojos más de cerca, ya me había dado cuenta de lo brillantes que eran pero no del medio interestelar al que estos me llevaban. Tenía la galaxia en sus ojos, las nebulosas, los cúmulos estelares, todo.

- Puede sentarse, no va a pararse todo el tiempo allí, ¿o si?

Me había sacado de mi ensimismamiento con aquella propuesta, ella era muy amable, otra cosa de la que me he dado cuenta.

- Eh... no, claro que no -tomé asiento dejando un metro más o menos entre nosotros- Soy Harry, Harry Styles ¿tú cómo te llamas?

- Jamie -dijo casi en un susurro-

- Jamie... ¿qué?

- Jamie Sanders -de nuevo casi en un susurro; tal vez no me quería dar aquella información- Usted no es un acosador o alguien metido en la trata de blancas, ¿verdad? -reí; su pregunta me tomó por sorpresa-

- No, por supuesto que no, aunque la ganancia es buena -rió; no reía por más de dos segundos

- ¿Sicario?

- Tampoco.

- ¿Agente del FBI?

- Menos -reí; esto era divertido-

- De acuerdo, me rindo -levantó sus manos en señal de retiro-

- Solo soy un estudiante de tercer año de arquitectura en la universidad O'Callaghan.

Ella solo asintió notoriamente aliviada.

- ¿Entonces no tengo que salir corriendo de aquí? -reí de nuevo; ni siquiera trataba de ser divertida-

- Te lo juro, soy inofensivo, solo traigo a mi hermana al instituto para discapacitados -elevó ambas cejas-

- Oh, ¿qué enfermedad tiene?

- Ninguna, es maestra aquí, recién empezó ayer y soy quien la trae...

No me dejó terminar la oración ya que en ese mismo instante se puso pálida y tomó su canasta junto con su libro y su bastón, se levantó comenzando a caminar lejos de mí. ¿Había dicho algo malo?

- Jamie, aguarda -me levanté yo también llegando a su lado en seguida- ¿He dicho algo malo?

- No es nada, mi padre estará preocupado por mí, con permiso -fruncí el ceño-

- ¿Quieres que te acompañe? -le ofrecí-

¿Acompañarla? ¿En serio, Harry?

- No es necesario -levantó su mano haciendo que me separe más de ella-

Me quedé plantado en medio de la vereda. Definitivamente esta chica era extraña.


Hola, les dejo el capítulo 3, he tenido bastante tiempo para escribir y creo que me ha quedado bien. Para aclarar dudas, Jamie se lee Jeimi, creerán que es nombre de hombre pero no, se usa para ambos.


¿Por qué creen que Jamie se fue así de la nada?

Ojala lo hayan disfrutado, espero que voten y dejen sus opiniones.


Gracias por leer. S xx

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