Capítulo 26. / Numb continúa.

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Había una mínima posibilidad de que mis oídos me estuvieran engañando, ¿cierto? O que solamente no quería escuchar eso ni siquiera en los peores casos más remotos.

— ¿Qué?

—Salí de mi casa y caminé unas cuadras creyendo que alcanzaría la parada de autobús. Ahora estoy en un lugar, no sé qué lugar es, tengo mucho miedo y todo está tan mojado y frío.

Conforme la escuchaba, juraría que los dientes le estaban castañeando.

— ¿Cuantas cuadras? ¿No las contaste como sueles hacer? ¿Esa cosa con los semáforos?

—Llegué a contar unas cuatro y doblé hacia la izquierda p-pero empezó a llover y... entré en un callejón o una calle... no tengo idea.

Fue interrumpida por un fuerte trueno seguido de un grito sofocado denotando su temor, tanto que podría hasta palparlo.

—Voy por ti, solo espera un rato más. Te llamaré en cuando esté cerca, y por favor Jamie —tomé una bocanada de aire y exhalé lentamente como si así pudiese transmitirle calma— Mantente a salvo lo más que puedas.

Estaba dudando de tantas cosas, ni siquiera sabía cómo encontrarla o si se encontraba en un lugar peligroso el cual yo desconocía, lo único de lo que estaba seguro era que si algo le pasaba, no sabría describir cómo reaccionaría.

Ya estaba en el asiento del coche más rápido de lo que cualquiera hubiese hecho estando en apuros, traté de meter a llave apresuradamente pero mis temblorosas manos no me lo permitían. Pero mi decisión sí. Ni siquiera me molesté en ponerme el cinturón. Pero, ¿por dónde debería empezar? ¿Derecha o izquierda? ¿Norte o sur?

Tal vez sería una buena opción el lugar por donde ella había empezado.

Las calles estaban empapadas y la visibilidad era casi nula, lo cual aparentaba una calle completamente desolada y libre de cualquier patrulla o incluso transeúntes.

Llegué a la calle en donde se encontraba la casa de Jamie, sería eficaz empezar a contar desde allí y dejármelo a la suerte después de eso. Las luces de su casa estaban todas apagadas lo que resultaba extraño ya que cuando venía aquí siempre estaba prendida la luz de la sala y de la habitación de Jamie, ahora solo abundaba la penumbra exceptuando la tintineante luz del alumbrado eléctrico en la vereda de en frente. Ahora, ¿derecha o izquierda?

Opté por ir derecho, lo que sería a la izquierda de su casa si mis sentidos no me fallaban, lo que en este punto parecía dudoso.

Las calles de Manchester estaban atestadas de negocios y casas entrecortadamente que era casi imposible encontrar un espacio entre ellas. ¿Cómo la encontraría? ¿Cómo podría estar seguro de que alguien la habría encontrado antes que yo? Y Dios sabe qué haría si eso sucediera.

No dejaba de mirar hacia ambos lados en caso de que estuviera en alguno de ellos esperando por ayuda la cual se estaba tardando ya mucho tiempo en acudir a por ella. Mi pulso palpitaba en mi cuello que estaba seguro de que en cualquier momento explotaría, ni siquiera podía mantener la vista clavada en un solo punto ya que eso no serviría de nada en absoluto.

Al llegar a la cuarta cuadra disminuí la velocidad en la que iba, bajé la ventanilla a mi lado sacando la cabeza y gritando su nombre con la esperanza de que ésta me oyera de alguna forma sin importar si me empapase hasta el cerebro. No hubo respuesta alguna. No estaba aquí.

No llevaba la cuenta de cuantas veces había maldecido en mi cabeza y también en voz alta, unas cuantas. ¿Así se sentía la desesperación extrema? Al parecer sí.

NUMB |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora