Si pudiese describir el deleite de mis oídos al escuchar su risa y el acompasado ritmo de pulsaciones que tenía en ese momento solo podría llamarlo una catastrófica felicidad. Todo eso incluía el gozoso instante en que una broma sin sentido salía disparada de mi boca con el simple objetivo de hacerla sonreír y llenar mi alma de júbilo, haciendo lo mismo con la suya; temerosa y desgarrada sin ánimos de ser acrecentada. Ese tipo de catástrofe que nunca antes había sentido y no sabía si tendría sus consecuencias malas. Pero sí sabía que tenía sus buenas cosas y lo estaba viviendo en carne, hueso y principalmente espíritu. Ahora mismo. En el respaldo de su cama. Tan cómoda, anticuada y propiamente suya, llena de su esencia.
—Entonces, le dije a Liam que tratara de falsificar la firma de mi padre y lo suspendieron tres días.
— ¿En serio le mandaste hacer eso? ¿Qué dirían tus padres si se enteran? —me reprocho al mismo tiempo es que dejaba escapar otra carcajada digna de ser oída todo lo que resta de la noche.
—Fue hace dos años, nunca llamaron a mis padres y tuve que darle a ese bastardo treinta libras por eso —comenté nuevamente recordando aquellos momentos de antaño en mi primer año como universitario.
—A eso le llamo tener suerte, pero pobre de tu amigo Liam.
—Al final él me arrebató mis ahorros de la semana, no defiendas tanto a ese gilipollas, Jay —me quejé pero al agregar su apodo creado espontáneamente al final para suavizar mi comentario y hacer que sonría nuevamente.
—Como sea, juegas muy sucio, chico —negó con la cabeza varias veces.
—Puedo ser sucio en muchas cosas.
Una sonrisa diabólica se dibujó en mi rostro sintiéndose sorpresivamente urgente de ser presenciada por sus ojos que no podían hacerlo.
Ella solo se quedó callada con el ceño meramente fruncido en medio de su inocente e inexperta confusión.
—Puedes empezar con lavarte la boca con jabón líquido. Y no le digas gili-lo que sea a tu amigo —exploté en risas, más por su mala interpretación de mis palabras que por su pobre intento de insultarme.
—Blanca y dulce paloma —posé mi mano bajo su mentón como me he acostumbrado a hacerlo desde ayer, esa parte de su cabeza era realmente suave.
— ¿Me estás diciendo inocente? —levantó una ceja, claramente suspicaz.
—No, claro que no —musité, con una media sonrisa en el rostro y esperando que mi sarcasmo no hubiese sido tan notable.
—Entonces, ¿tomo eso como un cumplido? —preguntó, esperando una respuesta seria por primera vez en todo el rato en que he estado aquí.
—Un intermedio.
Frunció el ceño una vez más. Alejé mi toque de ella por miedo a que se sintiera atacada en su espacio personal y yo me sintiera más atraído a su extraña fuerza gravitacional que me atraía a ella.
El peso de su cabeza cayó sobre mi hombro alertando a todos mis desparramados sentidos.
Ya no sabía si sentir con los ojos u oler con los oídos.
—No puedes faltar más a tus clases por venir aquí, es injusto —espetó, su voz llegando débilmente hasta mis oídos.
—No lo es, tú faltaste mucho más tiempo solo para hacerme compañía.
—No solo para eso, Harry. Bueno sí, quiero decir, yo también necesitaba compañía.
Caí en la confusión. De nuevo me pregunté cuántos secretos y sentimientos escondidos tenía ésta chica dentro de ella. Estaba ansioso y temeroso por descubrirlos.
ESTÁS LEYENDO
NUMB |h.s|
Fanfiction¿Te arriesgarías a intentar algo nuevo sabiendo que uno no conoce el rostro del otro? Harry accede a llevar a su hermana de Holmes Chapel hasta Manchester a un instituto para discapacitados todos los días, y no pensó encontrarse con una maestra de l...