Mis brazos eran los únicos instrumentos con los cuales podía cubrir mi carpeta por encima de la mesa hasta que el profesor Chapman se dignase a llamarme y así entregar el trabajo de una vez por todas y acabar con esto. Varias veces he pillado como los estudiantes que se encontraban detrás de mí querían pasarse de listos y lograr ver aunque sea una pequeña parte de mi trabajo, no sabía el por qué pero no se los permitiría de cualquier forma.
¿Por qué tan sobreprotector, Harry?
Después de lo que pareció ser una década mi nombre fue anunciado a la clase, me acerqué al profesor con la carpeta de dibujo entre los brazos, había pensado en encuadrarlo pero era un simple dibujo y prefería ocultarlo entre las hojas de la carpeta que exhibirlo ante todo el mundo en un cuadro, no me gustaba compartir tanto con los demás y eso estaba más que claro.
- Vaya, señor Styles -musitó al ver el dibujo- este trabajo es en serio uno de los mejores que he visto hasta ahora.
Levanté ambas cejas, ese alago me tomó por la guardia baja. Desde mi punto de vista artístico, el cual era paupérrimo, no era el mejor dibujo al menos de toda la clase pero tampoco era el peor a pesar de que no dibujaba muy seguido ni siquiera en mis pocos ratos libres.
- ¿Dibuja muy seguido? -preguntó, como si me leyera la mente.
- No, no lo hago.
- Pues es bastante bueno -volvió a observar el dibujo- los óleos están un poco corridos y los tonos deberían ser más claros pero... la belleza de la musa lo complementa todo.
- Sí, lo sé -espeté sin siquiera pensarlo, el profesor me observó curioso unos segundos.
- Felicitaciones señor Styles -me entregó de nuevo la carpeta y asentí en respuesta.
El resto de la clase se pasó bastante rápido ya que me dedicaba plenamente en observar por la ventana con la barbilla reposando en mi mano. Afuera, los árboles habían tomado un color amarillento característico de la época otoñal, a pesar de la oscuridad de la noche se podían observar gracias a la gran cantidad de alumbrados en el jardín el cual estaba totalmente vacío a excepción de un hombre el cual barría las hojas caídas. El timbre me saco de mi ensimismamiento.
Coloqué dos cucharadas de azúcar en mi taza de café, me gustaba que fuera lo más dulce posible para erradicar la amargura del café, en cuanto a mi padre ni siquiera tomaba un solo grano de azúcar. Me había levantado bastante temprano para salir a correr por el vecindario y un poco más lejos que de costumbre, lo hacía todas las mañanas hasta que mi hermana cubrió todas mis horas en la mañana, ahora solo lo hacía los sábados y en ocasiones los domingos.
En ese momento mi hermana entró a la cocina mientras se rascaba la cabeza y bostezaba, tenía puesta ese horrendo pijama de osos cariñosos que estaba ansioso de tirar a la basura un día de estos, pero ella lo adoraba. Llenó de café su taza junto con una cucharada de café, se acercó al desayunador sentándose al lado de mí.
- Buenos días -saludé, di un sorbo de mi café.
- Buenos días, insecto -saludó particularmente como todos los días; rodé los ojos.
- También me alegra verte -espeté sarcásticamente, ella rió.
- ¿Has visto a mamá? -preguntó, le dio un sorbo a su café.
- Dijo que iría a hacer unas compras, volvería pronto -le di un sorbo al mío; asintió.
- ¿Y papá? -preguntó de nuevo.
- En la sala, leyendo el periódico -apunté hacia la sala con la cabeza.
- ¿Y Pukie?
- Demonios, Gemma, es tu gato -bufé exasperado, me observó con cara de pocos amigos.
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NUMB |h.s|
Fanfiction¿Te arriesgarías a intentar algo nuevo sabiendo que uno no conoce el rostro del otro? Harry accede a llevar a su hermana de Holmes Chapel hasta Manchester a un instituto para discapacitados todos los días, y no pensó encontrarse con una maestra de l...