Capítulo 2.

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- No me faltan lentes, para su información -se frotó la sien con la mano; la había lastimado-

Me arrepentí en el instante al recordar lo grosero que fui con esta chica, le había dicho que se "fijara" por donde caminaba y que le "faltaban lentes". Que educado eres, Harry Styles, que educado eres.

Trató de levantarse y reaccioné ayudándola con mis brazos, ésta rechazó mi agarre al instante. Fruncí el ceño a tal acto, tal vez quería hacerme sentir culpable indirectamente o le daba asco. Me fiaba de ambos.

Levantó la cabeza dejándome admirar unos ojos extremadamente azules, como si todo el mar se haya comprimido en dos perlas y entrado en sus órbitas para morar allí. Eran de un azul tan brillante que me parecía hasta ridículo que no pudiera ver con ellos.

- Yo puedo sola, joven, gracias de todos modos.

Levanté las cejas ante tal educación, nadie nunca me había llamado "joven" después de tirarla al suelo, arrojado sus flores y haberle dicho cosas insultantes ante su discapacidad visual. Pero, vamos, le llevaba como tres años a esta chica.

Me agaché instintivamente y recogí sus flores, las coloqué de nuevo en la canasta que no había agarrado ya que no sabía dónde se encontraba. Se lo acerqué a una de sus manos. La tomó de un hito.

Vaya, ni siquiera se molestó en agradecerme. Y tampoco me molesté en disculparme.

Iba a decirle algo pero ésta siguió su camino sin mirar atrás. Me reproché a mí mismo de nuevo por pensar que "miraría" atrás. Eres un tonto Harry.

No sé por cuanto tiempo me quedé mirando cómo se alejaba pero de que me mantuve fijamente mirando su espalda cubierta por una sudadera azul marino, lo hice. Sentía que debía acompañarla hasta donde quisiese ir, claramente solo para demostrarle cuanto sentía haberla lastimado e insultado, me sentía realmente culpable. Ella utilizaba su bastón de costado hasta que éste chocó por la columna de un semáforo y paró en seco. Vaya, que inteligente. Se quedó esperando unos segundos hasta que ningún vehículo estuviese cerca y entonces cruzó la calle sola.

¿¡Cruzó la calle sola!? Que destreza. Y que belleza.

Llegó a la vereda de en frente e hizo lo mismo buscando el semáforo de la esquina y lo encontró. Caminó un poco más hasta tocar un banco con su bastón y sentarse en él. Descansó su canasta a un lado y abrió su libro. ¿Qué demonios hacía con un libro si no podía leerlo? Bien, Harry, hay cosas que nunca sabrás en este mundo.

Quería irme a mi coche y esconder mi vergüenza y culpabilidad, pero también debía ir y ofrecerle una disculpa por lo que había pasado ya que tal vez nunca la vuelva a ver. ¿Qué debía hacer?

- ¡Harry, voy a llamar a una ambulancia si no me contestas! -la voz de Gemma me sacó de mi ensimismamiento de un tirón-

- ¿Cuánto tiempo estuve en coma? -sacudí la cabeza tocando de nuevo tierra firme-

- ¿En coma? ¡No bromees así con las enfermedades, son un problema serio! -me gritó reprochándome en la cara- ¡Tienes suerte de tener salud y todos tus sentidos en alerta! -siguió; rodé los ojos-

- Y aquí vamos otra vez -musité, más para mí mismo-

- ¿Cómo? -dijo de nuevo; se parecía tanto a mamá-

- Nada, ¿Podríamos irnos de aquí? -le pregunté agotado, asintió de mala gana-

Había aparcado el coche una cuadra antes por el poco espacio y caminamos hacia allí. Cuando volví la mirada hacia el banco donde se había sentado esa chica, pude ver que seguía allí, con las manos sobre el libro, toqueteándolo lentamente. Además de ciega, loca. No, Harry, ni se te ocurra discriminar de esta manera. Estas más loco tú por disputar contra tu consciencia.

Gemma se interpuso en mi vista, sacudí la cabeza.

- ¿Qué tanto miras? -siguió mi mirada hasta la chica-

- No es nada -mentí; ella sabía cuándo lo hacía-

Volvió a mirarme pero ahora con los ojos llenos se suspicacia y una sonrisa curva igual a la que yo suelo hacer cuando trato de coquetear.

- Vaya, vaya... Harry Styles, apuesto a que ya le pediste una cita -me dedicó una mirada acusadora-

- Deja de decir tonterías, sigue caminando y no te distraigas, tengo un hambre de mil demonios -bufé; ella rió-

- Pero si el que se distrajo fuiste tú, eres muy incoherente hermanito -rodé los ojos, últimamente era lo que más hacía-


No me agradaba conducir 34 kilómetros desde Holmes Chapel hasta Manchester, pero mi hermana había insistido tanto que hasta convenció a mis padres para hablar con el canciller de la universidad y cambiar mis clases en la noche. Gemma siempre obtenía lo que quería. Lo único bueno de haberlas cambiado era poder asistir a clase de Literatura, era la más rescatable y en la que más sobresalía en la preparatoria, espero que siga siendo así.

Mi madre nos recibió tan cariñosamente como siempre y mi padre con un saludo y un periódico en las manos. Almorzamos un estofado de arroz, mis padres bombardearon a Gemma con preguntas sobre su primer día como maestra mientras yo solo masticaba y tragaba lo más rápido que pudiese.

- El viaje te dejó muy hambriento, Harry -comentó mi madre; tal vez estaba comiendo demasiado rápido-

-O quizás fue alguien quien lo dejó muy hambriento -espetó mi hermana; mis padres fruncieron el ceño y yo le lancé una mirada poco amigable-

- No digas tonterías -dije levantándome de la mesa y dejando el plato en el lava vajillas- Con permiso, me voy a estudiar.

- Harry -me llamó mi padre, voltee a verlo-

- ¿Si?

- Explica lo que nos dijo tu hermana -exigió; miré tajante a mi hermana-

- Lo que sucede es que a Gemma le encanta meter el culo en donde no la llaman.

Se quedaron boquiabiertos, en realidad solo Gemma y mi madre, en cuanto a mi padre soltó una carcajada digna de ser oída hasta en la otra cuadra. Subí a mi habitación e hice lo que había anunciado hace minutos, historia era la materia que más necesitaba lectura así que lo hice por varias horas.

No me interesaba leer ni un párrafo más de cómo había muerto Napoleón, hasta mirar por la ventana y ver la calle desolada era más interesante que leer sobre un hombre muerto. Al otro lado de la calle se encontraba la casa de una familia, creo que eran los McGuire, su jardín era muy pequeño, su estrada estaba devastada con claveles blancos y rosas.

Una imagen de la chica con la que había chocado hoy desfiló por mi mente. En su canasta llevaba claveles.



Hola, subí el 2do capítulo rápido porque una amiga casi me sofoca para subirlo (te amo Vero) Recomienden esta fic con sus amigos para así tener más lectores, los lectores son los que hacen todo ya que la historia no vive si nadie la lee.

Voten y dejen sus opiniones, son muy importantes.


Gracias de antemano. S xx

NUMB |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora