Capítulo 10.

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- ¿Qué carajos haces ahí, Gemma? -pregunté; por supuesto que estaba observándonos desde hace rato.

- Estamos en receso así que se me ocurrió salir al pasillo y adivina la sorpresa que me encontré -dijo con un tono irónico- ¡Se ven tan lindos! -chilló emocionada en mi oído.

- Felicidades, hermana, una pena que nadie te lo ha preguntado -musité; la escuché resoplar por el otro lado de la línea.

- Eres un grosero, Harry. Es más, deberías hasta agradecerme por aceptarla.

Casi exploté en carcajadas, pero me contuve ya que Jamie estaba concentrada en su libro seguro para tratar de no escuchar mi conversación, sabiendo cuan educada es.

- ¿Aceptarla? ¿Estás volada, Gem? -la escuché resoplar de nuevo.

- No estoy volada, imbécil -musitó, hasta supe que estaba rodando los ojos en ese momento- Oye, invita a Jamie a ir a casa.

Tendría que estar tomándome el pelo con esa idea, conociéndola. Pero por supuesto que me está pidiendo eso porque no le había dicho a mi hermana que era ciega.

- Definitivamente estás volada -la escuché reír.

- Cállate, insecto. Tienes suerte de que no pueda ir a decirle a Jamie que no dejaste de escuchar el vinilo desde que te lo dio -amenazó; sentí la sangre en mis mejillas de inmediato.

- Ni se te ocurra abrir la boca, ¿entendido? -hablé tajante; no se atrevería.

- Entonces invítala -insistió.

- Ya dije que no, límpiate las orejas.

- Están más limpias que las tuyas, animal -bufó exasperada- Vamos, invítala a ir.

- Eres peor que un grano en el culo.

- Y tú un cavernícola.

- Pues mamá prefiere más a este cavernícola -musité prepotente; ella odiaba que fuera así.

Supe que estaba a punto de decir otra insulto más hiriente cuando escuché la campana por el otro lado de la línea. Agradecí al cielo por acabar con esta incómoda conversación en la que Gemma quería a toda costa conocer a Jamie. Si decía algo o la mencionaba ella escucharía con sus oídos súper desarrollados y yo no quería eso.

- Vuelve a tus clases y deja de tocarme las bolas, ¿quieres? Adiós, hermanita -corté; guardé el móvil.

Me sentía satisfecho por haber salido victorioso en otra ridícula e inmadura discusión con mi hermana menor. Levanté la vista de nuevo y la encontré situada en el mismo lugar pero esta vez mostrándome su dedo medio, caminó de vuelta hacia su sala. Reí y volví mi atención hacia Jamie que había cerrado su libro, sabía que ya había terminado la llamada.

- Era mi hermana, es como una garrapata en el culo -anuncié; ella abrió los ojos como platos; tonto- Lo siento, no quise decir...

- Está bien, Harry. De todos modos lo dices todo el tiempo -rió, es obvio que escuchó toda la conversación, inevitablemente.

- Prometo controlar más mi lenguaje -levanté las manos en señal de juramento pero recordé que no podría verlas así que los bajé de inmediato, muy tonto.

- No tengo problema, en serio -insistió; tenía una bondad increíble.

- Pero sé que no te gusta que diga cosas indebidas.

- Pero es tu boca y tú decides como gastar tu saliva -reí, siempre ganaba en eso de tener la razón y era inevitable.

- De acuerdo, de acuerdo -me rendí finalmente.

NUMB |h.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora