NUMB |h.s|

Capítulo 20.

Mi atención se centraba en los ojos del moreno chico al igual que los suyos en los míos, se podría decir que por las caras de algunos que pasaban por nuestro lado dirían que era una especie de triángulo amoroso que ahora mismo era el espectáculo en su escena más importante.

-Un gusto Harry, soy Trenton Jones. Jefe de disciplina de esta institución y te pido que dejes a la señorita Sanders entrar a clases, creo que conoces el carácter de la maestra Jolie así que... -señalo la puerta a su derecha dejando claro su pedido.

¿Había oído bien? Este chico no podría ser jefe de disciplina, no en algunos años tal vez. A juzgar por sus facciones y características físicas tendría la misma edad que yo o quizás hasta menos pero tener un rango de esa altura me parecía anormal y hasta tonto. Oh, vamos, ¿quién era yo para estar juzgando?

Centré mi atención en Jamie quien estaba con la mirada en algún punto fijo en el suelo. Al parecer no tenía intenciones de participar en nuestra agria conversación.

En contra de mi juicio, entrelace mis dedos con los suyos en un fuerte pero delicado agarre, capturando su atención y sorprendiéndome de mis propios instintos.

-Necesito hablar contigo lo antes posible, por favor -susurré para que solo pudiese ser audible para ella. Rogué para que su respuesta fuese afirmativa.

-Está bien.

-Te esperaré después de clases, en el mismo lugar ¿Te parece?

Se tomó su tiempo para contestar.

-De acuerdo.

Fue lo último que pudo articular antes de que le plantase un beso en la frente que inmediatamente la dejó más tensa que hace unos segundos atrás. Por lo que pude denotar antes de alejarme, ella se había quedado algo aturdida por mi repentina muestra de afecto de la cual hasta yo me sorprendía y a la vez no me arrepentía. Una última mirada de aprensión hacia el chico y me marché.

Escuché la voz del tal Trenton al estar a unos metros de distancia.

-Lo lamento, Jolie, la alumna tuvo unos percances para llegar aquí...

Ese chico, hombre o lo que sea no se estaba ganando precisamente mi simpatía. Casi nadie lo hacía y él no sería la excepción.

Bajé por el elevador junto con mis enormes ganas de que el tiempo pasase más rápido y la hora de salida llegase en este mismo instante.

Sentado en el banco suspiré una y mil veces hasta sentir que todas mis aflicciones se iban evaporando cual charco en un día soleado de más de cincuenta grados. Sí, muy rápido.

Y esa sonrisa estúpidamente grande aún no se borraba. Tampoco quería que lo hiciera ya que este sentimiento desconocido que acaparaba todo mi interior se sentía tan extraño, tan ajeno al yo que conocía, tan enigmáticamente agradable, tan exclusivamente mío. Este sentimiento era provocado por ella y eso era lo único que tenía claro.

Cuando la abracé fue como si un millón de toneladas encima de mí desaparecieran a pesar de la delicadez de ese gesto, mi júbilo interno se elevó a niveles extraordinarios no muy propios de mí. Y cuando besé su frente, está de sobra admitir que lo hice por mi espíritu protector al ver a Trenton tan jovial con ella. Pero una parte de mí sabía que hubo una razón más y no sabía cuál era pero mis sospechas estaban cerca y me asustaba.

En las horas siguientes solo me dediqué a reflexionar sobre varias cosas extrañas y sin importancia que vagaban por mi mente lo cual ya era normal en mí hace tiempo.

No estaba listo para decirle y preguntarle lo que me ha estado consumiendo durante días así como tampoco estaba listo para verla salir por la gigantesca puerta blindex del edificio. Y mucho menos estaba listo para ver a su padre acercarse a ella para escoltarla hasta su coche el cual parecía un Toyota Corolla blanco del año dos mil, no olvidemos mencionar el, para exagerarlo, arrancarme la oportunidad de hablar con ella. No podría enumerar la cantidad de maldiciones que querían salir de mi boca en ese momento.