Y no tenía salida ahora.
De hecho, todas mis salidas estaban bloqueadas por una menuda jovencita que mantenía la cabeza gacha sin intensiones de mirarme, y tampoco lo haría aunque quisiera. Nunca se me había pasado por la cabeza que ella me pudiese oír, a pesar de saberlo perfectamente, pero tampoco se me atravesó la idea de que a ella le molestaría lo que había dicho (o gritado). O tal vez no estaba molesta y simplemente necesitaba saber la identidad de la chica desconocida a quien había nombrado casi a los gritos mientras hablaba con mi hermana. ¿Y quién no va a querer saber la historia de la chica que tuvo algo con el chico con el cual te estabas besuqueando en el piso del baño hace unos minutos?
Hasta en mi cabeza sonaba ruin.
En ese momento me había convertido en la malvada bestia del cuento de hadas, según cómo Jamie lo demostraba en la manera en que evitaba cualquier contacto conmigo. Hasta el más mínimo.
—Yo... —empecé, dándome cuenta de que ni siquiera sabía cómo empezar y solo añadí—: Es una larga historia.
—Tranquilo, no te lo pregunté de mala manera, Harry. Solo tengo curiosidad por el asunto ya que... lo que pasó antes —se encogió de hombros—. Ya sabes
Tenía las mejillas ruborizadas, como si fuese la única chica en la tierra que no había besado a nadie hasta hace unos minutos.
—Lo sé. Y sé que tienes derecho a preguntarlo, pero te aseguro que no te lo dije antes porque... bueno, como ya te dije es una larga historia y a mi parecer no tenía importancia.
—Hasta ahora —corrigió ella.
Tomé sus manos y las entrelacé con las mías.
—Sí, hasta ahora.
Me debatí si inclinarme y besarla, pero sabía que en ese momento no necesitaba eso sino que quería explicaciones de muchas cocas. Y estaba más que decidido a darle las que quisiese.
No arruines esto, Harry.
Ella dio un fuerte suspiro.
—Bueno, empieza entonces.
Fruncí el ceño.
—No aquí. Ven.
No la solté de la mano ni un momento, temía que si lo hiciese se echaría a correr lejos de mí. Pero no hizo nada de eso cuando fue ella quien cortó ese único contacto entre nosotros. La Jamie encerrada en sí misma con la que había entablado una primera corta conversación en aquel banco había vuelto. Despidiendo a la Jamie de hace unos minutos la cual no tenía miedo a nada sino que solo se concentraba en lo que pasaba en el momento.
Ésta historia me sonaba muy familiar.
—No te haré daño, Jay.
No hubo respuesta, pero tampoco un destello de expresión en su rostro.
Pero entonces tomó mi mano.
De cualquier manera, necesitaría ayuda para caminar por el apartamento, nunca antes había estado aquí y dudaba la posibilidad de que se agachara y gatease para no tropezar con nada.
La llevé unos cuantos pasos hacia el sofá de la sala, no era diminuta pero tampoco muy grande y estaba justo en frente del televisor apoyado por la única pared entre las ventanas blindex corredizas. Si Jamie viniese aquí más seguido en unos días tendría completo conocimiento de en donde estaba situada cada cosa sin necesitar siquiera su bastón.
Tenía un raro presentimiento de que ésta no sería la única vez que Jamie pisaría éste mismo suelo.
Me tomé mi tiempo en analizar detenidamente cada palabra que diría, no tenía ganas de arruinarlo más de lo que ya estaba. Desde el rabillo del ojo podía ver como ella jugaba con sus dedos mientras miraba a un punto fijo justo en frente de ella como si mirara la televisión apagada.
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NUMB |h.s|
Fanfiction¿Te arriesgarías a intentar algo nuevo sabiendo que uno no conoce el rostro del otro? Harry accede a llevar a su hermana de Holmes Chapel hasta Manchester a un instituto para discapacitados todos los días, y no pensó encontrarse con una maestra de l...