Los licántropos están entre nosotros. Seres con apariencia humana, pero la fuerza de grandes lobos en sus almas. Pocas manadas han resistido el paso de los siglos, menos aún siguen en contacto con la naturaleza.
Hwang HyunJin es el segundo al mando...
La fija, rozando la obsesiva, mirada de HyunJin sobre JeongIn no había pasado desapercibida para nadie. Sin embargo todos parecían haber firmado un pacto de silencio sobre el tema. YeonJun se había adelantada para abrazar a sus ambos amigos preso de la emoción del momento y ambos Omegas habían llenado sus mejillas de besos con restos de carmín en el proceso.
JeongIn había sentido también a su alma abandonar su cuerpo cuando vio a su Jinie tan guapo y arreglado, estaba sexy, sabía que no había mejor adjetivo para definirlo. Llevaba su pelo azabache bien peinado y sujeto con trenzas a un costado, una camisa entallada negra y unos pantalones del mismo color. Su orgullo de Omega creciendo al sentir que Alfa le había hecho caso y cumplido su capricho de arreglarse.
Los cachorros a los que JeongIn estaba dándoles clase correteaban a su alrededor y los pequeños Alfas eran tan descarados a ojos de Hwang por decirle bonito y guapo al peliblanco. El pequeño Omega BeomGyu miraba apenado a su compañeros jugar con su maestro desde una distancia prudente hasta que los pequeños fueron llamados para cenar, todos menos Choi BeomGyu.
JeongIn había notado que el pequeño siempre solía estar solo. Su padre trabajaba en el cultivo de verduras y su madre en el de frutas, por lo que solían estar algo despegados del pequeño. En más de una ocasión, al terminar las clases, debió acompañarlo hasta su casa y dejarlo solo allí, le rompía el corazón protector que poseía.
-Gyu, ven conmigo. -El pequeño sonrió amplio antes de salir corriendo tras JeongIn y sujetar la mano que le tendía. Todo el grupo camino hasta una mesa y se sentaron juntos. La llegada de TaeHyung, BangChan, SeungMin y SeokJin hizo presente la escasez de sillas. HyunJin tomó la oportunidad de sentar así a JeongIn sobre sus piernas en su regazo. -Pero Jinie, BeomGyu... -Susurró bajito para los dos, el Alfa miró al pequeño avergonzado y parcialmente perdido entre tanto adulto.
-Puede sentarse también con nosotros. -Sin esfuerzo levantó al pequeño del suelo y lo colocó sobre JeongIn a horcajadas, el cachorro sonrió agradecido y complacido a su líder que le revolvió le pelo juguetón causándole una tierna risa.
-Ay, es muy adorable. -Se quejó YeonJun llevando dramáticamente su mano a su pecho y desparramándose en su silla. Los presentes rieron.
-Es un placer que hayas decidido venir JiMin, en la manada se te echa de menos. -Habló HyunJin al pelirrojo que asintió en agradecimiento. Así comenzó la cena, todos manteniendo pequeñas conversaciones triviales.
YeonJun reía junto a JiMin y JeongIn momentáneamente a la vez que hacía carantoñas al pequeño cachorro que los acompañaba. JiMin sintiéndose intimidado por la continua mirada del centinela NamJoon y hablando animado con SeokJin sobre las curiosidades de la ciudad. SeokJin rehuía con contestaciones escuetas a las preguntas de TaeHyung, que solo quería saltar la mesa para acercarse más al delicioso aroma del Omega. SeungMin discutía amenamente con BangChan sombre hechos científicos y astronómicos. HyunJin rodeaba la cintura de JeongIn y sonreía feliz al ver a su pequeño cuidar y mimar al otro cachorro más infantil en la mesa.
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Para cuando la cena había terminado, el postre incluido, y daba comienzo al baile, el pequeño BeomGyu se había quedado dormido en los brazos de Yang, quien lo acunaba con todo el cariño del mundo.
-¿Está mal decir que es mi favorito? -Susurró a HyunJin, quien acarició la rechoncha mejilla del pequeño sonrosada por el sueño placentero que tenía mientras negaba con su cabeza.
-Inie. -Habló YeonJun a su lado estirando los brazos en su dirección. -Déjamelo a mí, lo llevaré a su casa y así puedes bailar y disfrutar de la fiesta. -JeongIn miró a su amigo con una mueca.
-Es más bien tu fiesta, disfrútala tú. -YeonJun hizo un puchero que hizo reír a su hermano mayor pues sabía lo caprichoso que era y se había percatado de algo que ni su propio menor había notado.
-Es su destinado, déjalo. -Le susurró el pelinegro en el oído al peliblanco, quien abrió sus ojos asombrado antes de asentir y besar la cabeza del infante. Entregándolo así a su amigo y siendo invitado también en susurros a bailar por su Oppa Jinie.
