Capítulo 2

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Aquella chica resultó ser insaciable, lo hicimos un par de veces en el baño de empleados y cuando el local cerró, durante la noche.

Era muy sexy, no iba a negarlo.

Y yo necesitaba el empleo, así que ambos ganamos.

Pero ella empezó a pensar que realmente éramos algo serio. ¿Cómo me di cuenta? La escuché hablando con sus amigas afuera del local:

—Es un bombón —dijo, refiriéndose a mí—, y coge exquisito.

Algunos empleados ahí presentes, mantenían conversaciones inteligibles mientras servían las mesas o preparaban distintos desayunos. Carly, mi jefa, se mantuvo afuera del local por algunos momentos mientras platicaba con sus amigas.

Cabe destacar que me llevó cerca de tres días aprenderme su nombre. No soy bueno para recordar ese tipo de información.

—¿Cuándo nos lo vas a presentar? —preguntó una pelirroja, emocionada.

—Nadie puede saberlo, es empleado de la cafetería —le susurró a la chica— Pero el próximo sábado es la boda de Italia, planeo invitarlo y presentarlos ahí.

Me mantuve totalmente inmóvil mientras escuchaba la conversación detrás del muro.

—¡Italia va a estar súper celosa!

—No tendría por qué, igual va a casarse con Elliot.

—Pero a ver, ¿Quién de todos es, amiga? —inquirió la morena.

Sus amigas comenzaron a buscarme con la mirada y yo tragué grueso. Salí corriendo a la cocina para desaparecer de ahí. Tomé la orden de una chica y me hice cargo de atenderla.

—Aqui tiene su capuchino —dije, antes de dejarlo sobre la mesa de una chica.

—Pedí un mocachino —me dijo con firmeza.

Aquella chica rozaba los veinticinco, era muy bonita, no puedo negarlo, pero bajo ninguna circunstancia mi tipo. Tenía el cabello ondulado y corto, y caía en diferentes tonos de violeta por sobre sus hombros, además tenía unos ojos esmeralda bastante bonitos.

—Disculpe, en seguida se lo cambio.

—Gracias ¿Blake? —leyó la tarjeta estampada en mi pecho.

—Para servirle, señorita —respondí con amabilidad y regresé a la cocina.

Observé a Carly al otro lado del local y fruncí el ceño. Ojalá mis presentimientos no fueran reales y no se estuviera encariñando de algún modo conmigo.

No busco nada más allá del sexo. ¿Una relación? No está en mis planes.

Las mujeres mienten, hieren y cuando te tienen en la palma de su mano simplemente te alejan y desaparecen. En eso tengo experiencia. Por esa razón es mejor no involucrarme sentimentalmente con nadie.

En ese sentido envidiaba a mi hermano West, quien llevaba ya un año de casado con Regina, una mujer de alta sociedad, que se había fijado en un chico desaliñado e irrespetuoso como lo es West.

El amor estaba sobrevalorado, nadie me haría cambiar de opinión.

Cambié inmediatamente la bebida de aquella chica y la llevé a su mesa minutos después. Seguí atendiendo la mesa cuatro y la mesa seis, mientras mi jefa seguía platicando de lo lindo con sus amigas.

Cuando tuve un momento de descanso fui al baño de empleados a lavarme la cara. Era un día cansado. No había trabajado desde hace mucho tiempo en un trabajo tan pesado como lo era la atención al cliente, pero el dinero que me pagaría Carly me consolaba.

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