Las bodas no son lo mío. Pocas cosas eran lo mío a decir verdad. Al entrar al auto que habían contratado los novios para llevar a los invitados, las náuseas me invadieron, como si yo fuera el que estaba apunto de casarse, de nuevo.
Me acomodé en el asiento y esperé con paciencia a que Carly bajara de su apartamento. La chica lo había logrado, después de tanta insistencia, aquí me tenía.
Sin embargo, ella me había dejado en claro que la acompañaba como su asistente. Aunque eso, ni ella misma se lo creía.
Había tenido que alquilar un traje y tomé presentada una corbata rosada del armario de mi hermano. Carly me dijo que quería combinar conmigo, ya que su vestido era de seda rosada.
Mi mente no dejaba de pensar que estábamos yendo muy lejos. Me preocupaba que ella empezara a sentir más que solo un placer carnal cuando estaba conmigo. ¿Y si empezaba a enamorarse?
—Mujeres... —exclamó el piloto cuando este revisó la hora en su reloj de mano.
Cinco minutos después Carly apareció por la acera, y pude verla a través del vidrio de la limosina. Llevaba el cabello recogido en un moño alto, y su vestido tengo que admitirlo, le quedaba precioso.
Parecía una princesa.
El piloto se levantó de su asiento y rápidamente ayudó a Carly a ingresar por la puerta. Le ofrecí mi mano para que se sostuviera y finalmente se sentó en el asiento, con un poco de complejidad.
Sus mejillas se sonrojaron al verme y una sonrisa se le escapó.
—Estás muy guapo —me dijo, antes de estampar un beso en mi mejilla.
Empezaba a acostumbrarme a aquellos gestos melosos que tanto odiaba en un inicio. Me acerqué más a ella, mientras él piloto empezaba a echar en marcha la limosina y coloqué mi mano en su regazo, para acunar una de sus piernas a través de la tela.
—No más que tú —le hice saber, en su oído.
Ella tembló ante mi susurro y las hormonas comenzaron a alborotarse en el ambiente. Eso me provocaba Carly. Intensidad. Instinto. Deseo. Placer.
—No me busques porque me vas a encontrar —me observó de reojo y quitó con delicadeza mi mano de su entrepierna.
Bufé en desaprobación.
El resto del camino fue más tranquilo, porque más invitados comenzaron a llenar la limosina. Entre ellas, las amigas de Carly, quienes eran igual de escandalosas que la chica a mi lado.
—Asi que tú eres Blake —me saludó una de sus amigas, la pelirroja.
—El mismo.
—Yo soy Ana y ella es Michelle, conocemos a Carly desde la universidad.
—¿A qué universidad fueron? —cuestioné con curiosidad.
—Universidad Westbern —respondió la morena.
La boca se me cayó al suelo. Era una de las universidades más prestigiosas de la zona. ¿En realidad habían estudiado ahí? ¿Eso quiere decir que estaba en presencia de una chica de alta sociedad?
—Nosotras dos estudiamos ingeniería bioquímica y Carly...
—Administracion de empresas —respondió la rubia, mirándome.
—¿Tú dónde estudiaste, Blake? —preguntó la pelirroja.
—En la estatal.
No hubo más comentarios al respecto, y no pude evitar sentir que sus amigas se decepcionaban de mi respuesta. Me removí incómodo en mi asiento y Carly pareció notarlo porque de un segundo a otro ella entrelazó mi mano con la suya.
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No preguntes por Aria
RomanceMi nombre es Blake. No soy un chico tierno ni cursi. Soy un chico directo y lo que me gusta lo tomo. Dejé de tener sentimientos hace mucho tiempo, no me interesa relacionarme con nadie. Al menos así pensaba hasta que conocí a una chica rubia en un...