Carly
Después de reunirme con mis amigas, quise pasar al departamento de Blake pero me sorprendió encontrarlo en el estado en el que estaba. Parecía que acababa de ver un fantasma.
Su cuerpo apenas podía mantenerse en pie cuando me abrió la puerta, y tenía una mirada tan perdida que me puso la piel de gallina. Me di cuenta que sus ojos tenían lágrimas no derramadas y me pregunté qué le había pasado.
¿Había algo que yo pudiera hacer para ayudarlo?
—¿Estás bien? —fue lo primero que pregunté.
Mis manos fueron hasta su rostro por mero instinto, y sus lágrimas cayeron. Me hice cargo de limpiarlas con el dorso de mi mano, antes de escucharlo romperse:
—Es mejor que te vayas, Carly.
Empezó a cerrar la puerta en mi cara, pero me interpuse para que no lo hiciera. Es verdad que Blake y yo no ma teníamos una relación sentimental, pero tampoco me gustaba verlo de ese modo, y menos me habría gustado irme sabiendo que se encuentra mal.
—Hablo en serio, Carly, déjame solo.
Su mirada se cruzó con la mía y pude darme cuenta de todo el dolor que reflejaban aquellos ojos. Había algo que Blake no me había contado nunca. Sabía que algo ocultaba. Algo de lo que nunca quería hablar.
—No puedo irme sabiendo que estás así —hablé, tratando de acercarme otra vez a él —No me lo perdonaría si algo te llega a pasar.
Él carraspeó, y en un movimiento abrupto se acercó a mí. Me tomó por los hombros y me obligó a mirarlo. El latir de mi corazón se incrementó, al darme cuenta que yo no era bienvenida ahí.
—¿A qué juegas, Carly? —preguntó con desdén y en un hilo de voz— Tú y yo cogemos y no hay nada más. No trates de ser linda conmigo.
Me soltó e intentó cerrar nuevamente la puerta, pero esta vez no lo detuve. Escuché un ruido del otro lado de la puerta una vez la cerró y no pude evitar preocuparme. Sin darme cuenta se me había formado un nudo en la garganta.
Ese chico se parecía tan poco al que había despertado en mi sofá, ese mismo día. Sentía una mezcla de rabia, enojo, impotencia y algo que me di cuenta después de un tiempo: tristeza.
Para mí era difícil aceptar que Blake no quería verme. No quería que me acercara. No me quería cerca.
Después de un rato, volví a recuperar la consciencia y salí de mi trance. Mis pies hicieron su camino hasta las escaleras para salir del edificio. Aunque me dolía el pecho por toda esa mezcla de emociones contenidas, me permití reaccionar de una forma coherente.
Al llegar a mi departamento, busqué el expediente de Blake y logré contactar a su hermano. Marqué el número y esperé en línea un par de minutos.
—¿Aló? ¿Quién habla?
—Buenas tardes señor Brooks —dije, tratando de recobrar el aliento— Soy Carly Dawson, la jefa de Blake en la cafetería Dawson's House, le marco para comentarle que acabo de ver a su hermano en muy mal estado.
—¿De qué habla?
—Acabo de pasar a su departamento y se encontraba muy mal, le comento porque me preocupa que algo vaya a pasarle.
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No preguntes por Aria
RomanceMi nombre es Blake. No soy un chico tierno ni cursi. Soy un chico directo y lo que me gusta lo tomo. Dejé de tener sentimientos hace mucho tiempo, no me interesa relacionarme con nadie. Al menos así pensaba hasta que conocí a una chica rubia en un...