Capítulo 11

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Carly

La mirada de Blake me tenía perpleja, observaba a Elliot de una manera molesta. Una mirada que jamás le había visto, y lo cual puso nervioso al castaño.

Elliot carraspeó y se levantó del asiento.

—Eh, tranquilo, Carly y yo somos viejos amigos...

Su voz salió temblorosa y me di cuenta que Blake era unos buenos diez centímetros más alto que mi ex novio. El castaño dió dos pasos hacia atrás cuando Blake se acercó a él.

No dijo nada más, pareció entender la indirecta, así que se fue. Regresó a la pista de baile donde se encontró con el resto de sus amigos y con su esposa.

La familia de los novios revoloteaba de felicidad con cada una de las canciones que tocaba la banda. Blake carraspeó y se sentó a mi lado, en la misma silla que había ocupado Elliot segundos atrás.

—¿Qué fue eso? —le cuestioné.

—Lo que oíste —respondió, devolviéndome la misma frase que le había dicho yo una vez en la cafetería.

—¿El gran Blake Brooks está celoso? —jugué, dándole un pequeño empujón.

Me di cuenta que los tragos que había bebido empezaban a tener un leve efecto en mí. No estaba borracha, pero sí me sentía más ligera y más extrovertida que de costumbre.

Tomé la corbata rosada de Blake entre mis manos, acercándolo a mí con coquetería. Me pareció tierno que se vistiera de rosado, haciendo juego con mi vestido.

—No estoy celoso, no te confundas —respondió.

Rodé los ojos al cielo y me puse de pie, dispuesta a caminar a la pista de baile. Blake se quedó sentado, lo cual me fastidió.

—¿No vas a bailar conmigo? —le cuestioné.

Después de un rato de insistencia, finalmente Blake se levantó de la silla y fue a bailar conmigo. Nos acomodamos en una de las esquinas de la pista de baile, mientras la banda comenzaba a tocar una canción más movida que antes.

Mis brazos descansaron en los hombros de aquel chico, mientras sus manos se apoyaban en mi cintura. Empecé a salivar en cuanto sus caderas chocaron con las mías.

El tipo sabía bailar.

La música empezó a crear un ambiente demasiado sensual de un momento a otro, y me encontré dándome media vuelta para darle la espalda a mi acompañante.

Blake me tomó de las caderas y siguió moviéndose al ritmo de la música, mientras mi trasero chocaba ligeramente con su entrepierna. Su aliento se mezcló con el mío, no sin antes chocar repetidas veces en mi cuello.

El calor, la fricción, y aquel movimiento me estaba haciendo mal.

—Blake... —susurré, en su oído.

Su mano fue juguetonamente hasta mi entrepierna, y de pronto sentí lo mojada que estaba. No me importó que existieran más personas en el salón, además todos estaban ocupados en sus propios asuntos para prestar atención al show que nosotros dos estábamos montando.

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