Capítulo 4

319 27 2
                                    


Nunca había ido a una boda. Ni siquiera fui a la boda de mi hermano. Carly siguió insistiendo el resto de la semana, a tal punto que no quería hacer nada conmigo si no le daba mi respuesta.

¡Me había dejado con las ganas en más de una ocasión!

—¿Y qué le vas a decir? —me preguntó Steven, al otro lado de la línea.

El único al que le había contado acerca de Carly era él. Aquella chica me estaba volviendo loco, en el mal sentido. En ningún momento le dije que yo quería algo serio, pero tal parece ser que ella no captó la indirecta.

—Obviamente le diré que no.

—Recuerda que es tu jefa, puede despedirte si ella quiere.

Mierda.

Lección aprendida: nunca te acuestes con tu jefa, ni siquiera para obtener el puesto.

—Pero no quiero ir a una jodida boda.

Steven suspiró, mientras escuchaba cómo tecleaba algunas cosas en su ordenador. Aún seguía en la oficina. Mientras tanto yo, me encontraba en pijama una mañana de sábado. Sabía que en diez minutos tenía que estar en la cafetería pero estaba tan exhausto que ni siquiera me había molestado en levantarme.

—Por como la has descrito, Blake, esa chica sí te quiere.

—¿Me quiere? —repetí incrédulo— ¡Venga ya! A otro perro con ese hueso.

—¿Hablaste que no querías nada serio con ella?

—No, pero se asume...

—Ese es el error. Asumir.

Refregué mi rostro con ambas palmas. No era posible que Carly se hubiera hecho ilusiones cuando nunca le di esperanzas conmigo. Todo ha sido carnal, ha sido instinto. Nunca hablamos de sentimientos, nunca hablamos de amor.

Porque para mí, el amor no existe.

—Deberías hablar con ella, Blaki

—No me llames así —le regañé—. Tengo que colgar, hablamos luego.

Colgué la llamada y me recosté boca abajo sobre el colchón de mi cama. No quería ir a una jodida boda pero tampoco quería perder mi empleo. Aunque era cansado, era un trabajo seguro y estable.

Además, no quería perder a Carly.

No porque la quisiera. Sino que había sido mi única pareja sexual estable en mucho tiempo.

Suspiré y me dirigí a la ducha. Tomé un rápido baño de cinco minutos y en tres minutos extra estaba listo para hacerle frente a lo que estuviera esperándome del otro lado de la puerta.

Caminé por aquellas calles conocidas, cruzándome con diferentes personas que jamás había visto en mi vida. Llevaba ya viviendo un año con Steven, pero nunca me molesté en conocer el vecindario.

La cafetería no se encontraba lejos del departamento de Steven, de hecho era una ubicación bastante beneficiosa para mí.

Caminé por la acera y crucé a la derecha antes de llegar. Cuando pasé por la puerta el aroma a café me inundó nuevamente, como todas las mañanas. La cafetería estaba llena a decir verdad, pero por las tardes se vaciaba. Muchos ya no teacitaban esos lugares por las tardes.

Al entrar, Carly me recibió con un beso en la mejilla, a lo cual fruncí el ceño.

Nunca me recibía de aquella manera. Se le olvidaba que ella era mi jefa y yo un empleado. ¿Qué podía pensar el resto?

—Aquí no —le dije, y ella hizo un puchero.

—Me coges en el mostrador y no te puedo dar un beso en el mostrador —se queja, cruzándose de brazos.

No preguntes por Aria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora