Capítulo 25

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Arriba imagen de referencia de Carly y Blake

Carly

Suspiré, mientras poco a poco abría los ojos y salía de mi ensoñación. Tardé dos segundos en darme cuenta que Blake descansaba tranquilamente a mi lado. Se había quedado dormido, y se había hecho cargo de acomodarse junto a mí.

Me levanté abruptamente, dándome cuenta que seguíamos en el autobús. Revisé la hora de mi celular y, para mí buena suerte, aún quedaban diez minutos para llegar a la parada del condominio donde vivía mi hermana.

Estábamos a unas cuadras de llegar a nuestro destino. Por esa razón me acerqué a mi acompañante, para tratar de despertarlo.

—Blake —hablé, pero no se inmutó— Blake, estamos por llegar...

Un ronquido fue lo que obtuve en respuesta, y bufé sorprendida. Al parecer ninguno de los dos había logrado descansar en los últimos días.

Había llamado a Steven, el hermano de Blake, un par de veces para asegurarme que él estaba bien. Sabía perfectamente lo que eran los ataques de pánico, y muchas veces las personas los tomaban a la ligera. Steven me aseguró en ese par de llamadas que Blake estaba bien, lo cual me tranquilizó un poco.

Hice nuevamente el intento de despertarlo, y mi mano fue hasta su rostro para darle una leve caricia.

—Blake...

Pero aquella acción no fue de ayuda. Él siguió durmiendo como una piedra.

Cuando el autobús frenó, Blake se deslizó hasta que su cabeza chocó contra el vidrio y eso fue lo único capaz de despertarlo.

—Auch —hablé, cuando vi su conmoción al despertarse— ¿Estás bien?

—Perfectamente —dijo, riéndose.

Su mano fue hasta ese punto en dónde se había golpeado y se dió leves caricias.

—Que bien, pensé que el golpe te había dejado más tonto de lo que ya eres —bromeé.

Él me dió un leve empujón, pero no negó que era un tonto. Cuando el autobús llegó a la parada, instintivamente tomé mi cartera y caminé hasta la salida, detrás de algunos pasajeros que también se disponían a salir.

Blake se mantuvo detrás de mí en total silencio.

—¿Puedo preguntar para qué vas a visitar a tu hermana? —cuestionó, una vez salimos del autobús.

—Ya lo estás preguntando —señalé, divertida— Voy a verla para resolver un asunto de mi papá.

Mi declaración pareció sorprenderlo, pero me siguió el paso mientras caminábamos hacia la entrada del condominio. Después de indetificarnos a ambos nos dejaron pasar.

Mi hermana vivía en un condominio muy bonito, a una hora del apartamento donde yo vivía. Vivía con su novio, y ambos tenían planes de casarse en diciembre. Elizabeth era la única que había decidido quedarse en la ciudad, mientras que el resto de mi familia se había ido a vivir fuera del país, luego de la muerte de mi padre.

A veces llegaba a pensar que mi familia me odiaba por apoyar a mi padre. Elizabeth había sido la única que no me había dado la espalda, o al menos no por completo.

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