Capítulo 10

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Carly

La ceremonia se acabó y no estuvimos presentes. Mientras la novia decía el «sí acepto» Blake y yo nos quedamos en uno de los pasillos. Me di cuenta que tenía un ataque de pánico porque eso era justamente lo que le ocurría a mi padre hace algunos años.

Estuve con él en todo momento, dándole palabras de aliento hasta que poco a poco regresó en sí. Mandé a pedir a uno de los meseros una botella de agua, la cual le ofrecí al chico de cabello oscuro.

—Gracias —me dijo, cuando se la entregué.

Destapó la botella y le dió un par de sorbos. Su respiración se había normalizado, pero no podía ignorar que los ojos se le habían cristalizado. Era una suerte que ya se encontrara mejor.

Por un momento pensé que iba a desmayarse, hasta que dije su nombre y su respuesta me dejó pensando.

Aún pensaba en eso, aunque no había tocado el tema.

Me había llamado Aria.

Desde ese segundo la curiosidad me atacó pero eso no evitó que lo ayudara a sobrellevar el ataque de pánico. El cual, había iniciado con la música en la ceremonia. Quería saber si eso era lo que había detonado su reacción.

A pesar de eso, nos mantuvimos en silencio. Él evitó mirarme en todo momento.

No sabía si Blake estaba incómodo por el lugar en el que nos encontrábamos. Pero había aceptado venir, después de todo.


En mi defensa, Italia no era realmente mi amiga. Me había quitado el novio. De cierta forma estaba agradecida por no haber entrado a la ceremonia porque no sabía si podría soportar verla casarse con mi ex novio.

Blake suspiró.

—¿Quieres regresar a tu departamento? —le pregunté.

Me sentía culpable por hacerlo venir hasta acá. Sé que como él bien dijo, nosotros no somos nada, y estábamos intentando no involucrar sentimientos en la relación que teníamos. Sabía que por esa razón nunca pasó una noche en mi departamento, y jamás me había invitado al suyo.

—Estoy bien —contestó, y por primera vez me miró.

Sus ojos oscuros y su leve sonrisa me hizo darme cuenta que en realidad no estaba bien. Quería preguntarle al respecto. Quería saber sobre el nombre de aquella chica. ¿Quién era? ¿Había sido alguien importante en su vida?

Hasta donde sabía Blake no tenía novia. Me había recalcado incontables veces que no era un chico de novias. Así que no entendía quién podría ser aquella chica. ¿Quizá alguien del pasado?

Me arriesgué a preguntar:

—Hace un rato me llamaste Aria —dije, con un hilo de voz— ¿Quién es ella?

—Puedes preguntarme lo que quieras, excepto eso.

—¿Por qué?

Blake suspiró y se levantó del asiento, luego tomó mi mano y me observó fijamente para contestar:

—No preguntes por Aria.

No preguntes por Aria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora