Capítulo 7

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—Quiero cumplir todas tus fantasias —susurré a su oído y ella tembló ante el calor de mi aliento, golpeando en su piel.

El espacio era extremadamente reducido, y eso era aún más excitante. La oscuridad de la noche cubría el ambiente y del otro lado se podía ver un parque totalmente desolado. A la derecha estaba el local y junto a nosotros otro carro estacionado que supuse era de alguno de los empleados.

—¿Ya has cogido en un coche? —preguntó, frontandose sobre mí, a través de mi pantalón podía sentir mi erección empezando a sobresalir.

Era delicioso. Delicioso estar así con ella, en el calor que brindaba su vieja camioneta y ella sobre mí, frotándose conmigo, aún con ropa, pero llevándome a la locura.

—Sí —confirmé— El espacio es reducido, preciosa, tendrás que montarme.

—Eso no es problema —susurró excitada mientras empezaba a besarme por el cuello.

Tomó mi rostro y besó ambas mejillas, aún causando ligeros movimientos en mi regazo, frotando ligeramente en círculos. Un ligero gemido escapó de mis labios, al sentir que no iba a detenerse, y que, al contrario, empezaba a moverse con más intensidad sobre mí.

Quería quitarle ese estúpido vestido y terminar con ella ahí mismo.

La luz del farol en una de las esquinas de la calle proporcionaba una luz ligera demasiado erótica, que hacía brillar su piel con un ligero tinte dorado.

Carly pareció leer mis pensamientos y empezó a quitarse la ropa, me pidió ayuda para deshacer el cierre de su vestido. Para seguidamente, lanzarlo en la parte trasera de su auto, quedando solamente con ropa interior.

Siguió besándome con fervor y le devolví cada una de sus caricias. Tomé la palanca del asiento y lo recliné hacia atrás un poco, tomándola de la espalda y empezando a jugar con los tirantes de su sostén.

—Blake... —susurró mi nombre, lo cual solo hizo excitarme aún más.

Mis manos fueron hasta su trasero y enredé mis dedos entre el algodón de su ropa interior. Acariciando aquel trasero redondo que tanto me gustaba. Estiré la tela hasta bajarla por completo, despacio, por sus delgadas piernas.

Carly estaba moviéndose en mi regazo, estimulando mi erección hasta tal punto que sentía que iba a explotar dentro de mí pantalón. Ella se encontraba solamente con brasier y se veía jodidamente sensual, mientras sus mejillas se iban sonrojando por la intensidad de sus movimientos.

Hice su cabello a un lado para besarle el cuello y besar sus pechos por sobre su sostén, sin quitarlo aún. Aquel juego de suavidad y lentitud me estaba matando. Por alguna razón estábamos haciendo todo mucho más despacio, cuando en otras ocasiones ya la tendría montándome como una loca y sin parar un instante.

Yo aún conservaba toda mi ropa, y el calor me estaba jodiendo. Quería que ella diera el siguiente paso y me desvistiera, pero eso nunca pasó. En su lugar sus manos fueron hasta su brasier y siguió moviéndose sobre mí, a través de la tela, en círculos, suaves y lentos, poniéndome más duro...

Joder, estaba totalmente desnuda y me estaba excitando aún cuando ni siquiera me había quitado la ropa.

Gimió en mi oído suavemente cuando mis manos fueron hasta su trasero guiando sus movimientos suaves. Sus gemidos me estaban volviendo loco.

Mis labios se estamparon en los suyos mientras más gemidos seguían inundando aquel lugar tan estrecho en el que estábamos.

—¿Estás cerca? —cuestioné, entre un gruñido.

Mi erección era muy notoria y Carly se había estimulado con ella a través de la tela tanto, que estaba apunto de llegar al orgasmo. Lo sabía. En estos últimos días la había conocido tanto como para saber que estaba cerca.

—Se siente delicioso...—tomó mis manos y las llevó hasta sus pechos para acariciarlos mientras ella empezaba a tomar velocidad y sus gemidos se hacían cada vez más fuertes.

Maldita sea, estaba teniendo un orgasmo a través de la tela...

Besé y lamí su cuello, y luego besé sus labios hasta jugar con su lengua, mientras ella movía sus caderas en círculos rápidamente sobre mí.

—Sí...—susurró y yo tomé sus caderas y la ayudé a moverse.

Me estaba poniendo a mil.

—Bonita... —gemí, al sentir que mi erección estaba a punto de explotar.

No podía soportar más esta tortura. La levanté del trasero unos segundos mientras me deshice de mi pantalón y mi ropa interior. Como pude, rápidamente me coloqué un preservativo, tratando de no perder la cordura.

La dejé caer, de una sola estocada, llenándola por completo.

Ella gritó, al sentirme de aquella manera y se sostuvo en el vidrio del coche con una de sus manos, cuando hice el primer movimiento.

—No vuelvas a jugar así conmigo —le advertí, antes de tomarla del trasero y empezar a guiar sus movimientos con rapidez, mientras alzaba mis caderas.

—Vas a acabar mucho más rápido ahora —me advirtió, colocando la otra mano en el respaldo del sillón.

Carly abrió más las piernas, permitiendo aún más el acceso, permitiendo la profundidad. Entré y salí de ella varias veces, puesto que ella saltaba mucho más rápido que antes.

—Vamos hermosa... —gruñí aún, tomándola del trasero, subiéndola y bajándola, mientras la penetraba.

De un segundo a otro me encontré moviendo las caderas, para encontrarla en el camino. Ella no dejó de gemir un instante y los vidrios comenzaron a empañarse por el calor que estábamos generando.

Su cabello revuelto caía sobre mí descontrolado cada vez que saltaba. Lo hice a un lado para besar su cuello y lamer sus pezones. Ella aferró sus manos a mis hombros, cambiando ligeramente de posición.

—¡Ah, ah, así! —gritaba, con las mejillas sonrojadas.

Aquello me estaba llevando al infierno. El auto de Carly se movía con cada embestida que le daba. Era consciente que desde afuera las personas podían detectar qué estaba sucediendo dentro del coche.

Ella se recostó por sobre la guantera y mis manos fueron a sus caderas mientras se movía de una manera tan precisa. Estaba por venirme.

—¿Te gusta así? ¿Te gusta montarme? —pregunté, mientras mis manos masajeaban sus pechos y sus caderas, guiando con fuerza sus movimientos hacia adelante y hacia atrás.

Era una jodida bestia aquella chica. El juego de lentitud y suavidad se había acabado.

—¡Sí! —gritó, volviendo a besarme, inclinándose nuevamente sobre mí.

El espacio era reducido, era demasiado reducido y eso era lo más excitante de todo. Carly volvió a acomodarse sobre mí, colocando sus manos en el respaldo para impulsarse con más fuerza y precisión.

—Ya...ya no puedo más... —avisó.

—Ya casi, preciosa, aguanta... —tomé su trasero, para penetrarla con más fuerza, sin detener mis besos en sus pechos.

Hasta que la sentí venirse y seguidamente yo igual. La penetré un par de veces más para prologarlo, hasta que ambos caímos rendidos en el asiento.

Finalmente salí de ella y nos quedamos contemplandonos con la luz de la luna y la luz dorada del farol.

—¿Vamos a mi apartamento? —preguntó, antes de volver a besarme.

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