Hay una frase que dice "No juzgues a un libro por su portada; porque te puede sorprender el contenido".
También dicen que aquello solo pasa en la ficción y los bajos mundos, pero no es así. Porque a mí me han juzgado, criticado y mancillado sin dar...
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¡Maldita sea!
Me acerco nuevamente a Cinthia y la levanto del sofá a la fuerza, en un minuto ha derrumbado todo lo que tenía, ha hecho que Sara nos viera, y por su maldita culpa se ha marchado deprisa y pensando cosas erradas.
—Eres una desgraciada Cinthia y estás despedida, no quiero volver a ver tu horrendo rostro por aquí, tienes prohibida la entrada al hotel y si haces o dices algo más, no me quedará de otra que demandarte, estúpida niñera de pacotilla.
—No se equivoque, yo también puedo demandarlo a usted — exclama esta sacando sus más que evidentes garras. Pobre Ilusa.
—¿Y me ganarías al final?, edúcate y piensa bien. Aunque me he dado cuenta de que eso es imposible para ti.
—Señor Murphy no haré nada, pero enserio me dejara ir así, mire como estoy. Necesitada de cada parte de usted, por favor sacie mi sed – expresa auto tocándose de manera lenta.
—¡Cállate! Sabes perfectamente que no pasó nada!
—Es cierto, pero no tiene pruebas de ello, y. por lo visto, la mosca muerta ha pensado todo lo opuesto, me conformo con haber logrado eso.
—¡Lárgate ya! — la tomo del brazo y a pesar de que pone resistencia mi fuerza es mucho mayor, la saco de mala manera de la oficina y cierro la puerta de forma brusca, cosa que hace que suene más de lo normal.
FLASHBACK
Estoy rodeando mi escritorio, dándole varias vueltas sin cesar, necesito pensar en lo que me depara para el futuro, en mis veintinueve años solo creí haberme enamorado una sola vez, y pensé que había sido con Perla, la madre de mi hijo, en cambio no fue así. Solo me gustaba el sexo con ella, era desenfrenada y siempre estaba suplicando por tenerme en su interior, sin embargo, eso se acabó.
Me abandonó cuando sufrí un accidente, en el cual quedé medio paralitico y postrado en una silla de ruedas, me dijo que no quería estar con alguien inservible que no le podría dar los orgasmos que ella necesitaba, por lo menos, hasta hoy en día reconozco que a Perla Turner; nunca le interesó mi dinero, ni mucho menos yo, como persona, solo quería mi miembro; a cada cinco minutos, fuese donde fuese, ella no tenía inconveniente alguno, en otras palabras, era una ninfómana.
Sin embargo, lastimosamente para ella y de manera feliz para mí, quedó embarazada antes de yo tener el accidente, quería abortar, no lo quería, decía que ese fenómeno movible que tenía en el vientre dañaría su cuerpo, y que ya nadie querría estar con ella en la intimidad. No obstante, descubrió su embarazo faltando dos días para cumplir los cuatro meses, su barriguita era muy pequeña, pero por la vigilancia que le empleé junto a mi madre, tuvo que mantener el embarazo, todo iba bien, las constante visitas al médico, el sexo del bebé, los latidos de su pequeño corazón, era perfecto.
Hasta un día.
Al cumplir los ocho meses de embarazo se encerró en el baño; antes de ir a la clínica nuevamente, se nos hacía tarde, me dirigí a la recámara que habían preparado para ella en el segundo piso de la casa de mi madre, yo ya podía caminar un poco con ayuda de unas muletas personalizadas. Al entrar no la vi por ninguna parte, hasta que me fije en la puerta cerrada del baño, por debajo de esta salía una larga y gruesa línea de sangre pensada y pura, mi corazón casi se me detuvo por completo, corrí hacia allí como pude y abrí la puerta, y ahí estaba, tumbada en el piso con el estómago y las manos ensangrentadas, debajo de ella había un enorme charco de sangre, en su mano derecha había un cuchillo de cocina, uno que mi madre había estado buscando desde hace dos días atrás. ¡Dios mío que ha hecho! Pensé, mi bebé es una criatura inocente.