Hay una frase que dice "No juzgues a un libro por su portada; porque te puede sorprender el contenido".
También dicen que aquello solo pasa en la ficción y los bajos mundos, pero no es así. Porque a mí me han juzgado, criticado y mancillado sin dar...
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CUATRO AÑOS ATRÁS
Abro mis ojos lentamente y los cierro enseguida debido a la claridad que entra por mi ventana. Me doy la vuelta y coloco mi mano sobre mi frente en un intento de proteger mi vista; observo el reloj que se encuentra en mi mesita de noche, ¡son las 04:18 de la tarde!, llego retrasada a la reunión de recién graduados de la universidad, la cual es para las personas que entraron muy jóvenes y que son adelantados de manera mental y estudiantil. Estoy muy feliz, ya que entré a la universidad a los catorce años y medio, y exactamente a los dieciocho años y seis meses más tarde he terminado mis estudios y ya me he graduado con la licenciatura en Idiomas y administración de empresas, específicamente hace dos días.
Me pongo de pie y me dirijo al baño, en donde tomo una ducha para nada relajante debido a la rapidez con la que lo he hecho. Debo estar allá antes de las cinco. Al culminar me pongo la ropa interior de un color amarillo fluorescente, y para mayor facilidad escojo un vestido de color negro, el cual me llega hasta la rodilla.
Me dirijo al tocador y me maquillo un poco, solo para tapar mis notables y oscuras ojeras, dejo mi cabello suelto, y tomo mi bolso de mano que combina con mi vestimenta, lindo pero sencillo.
Salgo de mi recámara y llego al primer piso en donde se encuentra la sala de estar. Camino en dirección a la puerta y escucho una voz gruesa y profunda detrás de mí.
—¿Hacia dónde te diriges Sara? — pregunta mi padre. Me doy la vuelta y lo veo de pie detrás de mí, lo que me permite notar que lleva puesto la ropa de jugar tenis.
—Voy a la reunión de la universidad padre, ya voy tarde — le contesto.
—Te llevo — no fue una pregunta, si no, una orden. Me pasa por el lado y sale de la casa, mientras que yo solo suspiro y sigo sus pasos.
Ya estando en el coche, abunda un silencio más o menos incómodo, él nunca ha sido de mucha conversación, y mucho menos conmigo, solo es mi padre para interponerse en lo que yo quiero en mi vida y más aún, para darme órdenes. ¿Qué padres no quieren todo lo mejor para sus hijos?, ah si, los míos.
—¿A qué hora termina? — pregunta
—Lo más probable es que sea en la noche, ¿Por qué lo preguntas?
—Soy tu padre, y tengo derecho a saber dónde estás en cada instante, así que cuando salgas llama a la casa o a mi número personal y enviare al chofer por ti — me observa retadoramente, y solo me quedo en mi lugar, callada. Siempre es lo mismo, debo dar todos los detalles posibles de donde estaré y con quien, y de no ser así, no me dan permiso.
Minutos después llegamos a la universidad y veo a algunos de mis compañeros en la entrada, al parecer acaban de llegar, me bajo del coche sin decirle nada más al "chofer personalizado" del día de hoy y me dirijo hacia donde están los chicos.
—¡Sara!, ¡Adivina! — me dice Caroline con una enorme y radiante sonrisa plasmada en su rostro.
—No soy buena para adivinar Caroline – le reprocho.